sábado, 26 de diciembre de 2015

Por eso siempre estuvimos tan bien, porque queríamos hacernos de todo menos daño.



Fuimos una pareja perfecta hasta que decidimos dejar de serlo.

O al menos para mí.

















Creo que todo lo que nos rodeó siempre fue perfecto dentro de su completo desastre.
Quiero decir, nunca fuimos habitualidad o preestablecimiento, pero para mí éramos lo que yo quería ser.


Para mí la perfección no se trataba de intentar ser felices, si no de serlo sin premeditación.
Eso de reírse sólo cuando estábamos acompañados, o darnos besos para demostrar a cualquiera todo lo que nos queríamos...Para mí la perfección eras tú y tu forma tan sincera de reír sólo con lo que te hacía gracia, y no con lo que a mí me complacía.

Mucha parte de nuestra perfección era todo lo que nos queríamos sinceramente. Conseguir conformarnos con una mirada honesta, y ni siquiera tener que pensar en que podría ser de otra forma.

Esa facilidad para conseguir llegar siempre más allá. Más allá de las risas, más allá de los abrazos, más allá de las confidencias y más allá del calor de estar a tu lado. Contigo aprendí lo afortunado de la sinceridad, y de tenerla contigo.
Pero me hizo olvidarme de sobrellevar la mentira, y creo que esto último me dolió más que todo lo anterior.

Nunca hemos sido personas con suerte, ni siquiera un poco. Nos hemos pasado la vida luchando a contracorriente y tratando de obviar todo aquello que siempre nos hizo daño, el daño suficiente para ser quienes éramos después de tanto sudor y sangre.
Por eso siempre estuvimos tan bien, porque queríamos hacernos de todo menos daño.


Todo lo demás nunca importó, ciertamente nada que nos rodease podía llegar a importar.
Pensábamos que siempre estaríamos ahí para conseguir apoyarnos y no volver a estar solos, siempre pensamos que tendríamos la respuesta, que habíamos conseguido resolver nuestras vidas con el simple hecho de encontrarnos.
Porque sólo con eso, habíamos gastado toda la suerte guardada hasta el momento.

Mentiría si dijera que ésto nunca me hizo sentir completamente afortunada, y mentiría si dijera que aún no me sigo sintiendo.

Haber vivido situaciones similares hizo reforzar nuestros defectos marcándolos a hierro sobre nuestra piel, y creo que el orgullo ha sido el más grande de nuestros handicap. Tanto, que se me había quedado completamente aletargado, e incluso ahora no soy capaz de reavivarlo, y ni siquiera tengo valor para hacerlo.

Llorar nos hizo siempre libres. Libres de tratar de ser quien no somos con el otro, libres de tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos simplemente para no meter la pata. Porque de eso, fue de lo único de lo que jamás tuvimos miedo. De meter la pata, si lo hacíamos de verdad.


Vuelve.



domingo, 29 de noviembre de 2015

Me provocas tanto mareo como indigestión. Así como una indigestión desentimientos.

     El destino vuelve a truncar nuestras metas.



Trataba de escribirte algo realmente bonito. En cierta forma, no sé decir lo bonito que era, pero me había salido de tan dentro y había conseguido liberarme tanto...que supuse que tendría que serlo.Sin embargo, se borró. Tan fácil y tan fugaz como todo lo que tiene que ver con nosotros.
Tendré que planearlo de nuevo. Planearlo, plantearlo y REplantearmelo.




























Jamás me gustaron los comienzos, porque formarán parte de nosotros para siempre... Hasta
ahogarnos.
Creo recordar que hace casi cuatro años que nos provocamos esta impotencia, de evitar lo evitable y lo inevitable. Trato de recordar una y otra vez nuestras primeras veces, las primeras que nos vimos, ¿las recuerdas?...yo no paro de intentarlo. Ni siquiera tengo un recuerdo vago de ti, ni siquiera me esfuerzo por aclarar todo eso borroso que pasa por mi mente, todo eso que no me produce ni dolor, que no me produce absolutamente nada. Creo que no quiero recordar y nunca he querido, pero me produce nostalgia no ser capaz de tener recuerdos contigo. Nuestros recuerdos se basan en tragar saliva.

Al fin y al cabo llevo todo este tiempo tratando de crearlos, o eso quiero creer con todas mis fuerzas. Me he parado infinidad de veces a tratar de ver nuestra parte buena, aunque solo se trate de intentarlo. ¿Existe la parte buena entre tú y yo?, intenta tú mismo separar todo aquello que demuestra debilidad, todo aquello que no deja que avancemos, todo lo malo que tenemos...Solo salen borrones, y yo acabo quedándome completamente en blanco, porque nunca he querido acabar de ordenarlo, acabar de pensar todo aquello que viene contigo y poder quedarme tranquila dentro de la intranquilidad que me produces. Entre nosotros siempre fue más fácil hacer borrones y dejar sobresalir algo de lo bueno, tan abstracto que ni siquiera se queda ahí. Fíjate, ni lo bueno quiere quedarse si es contigo. 

Es decir, nunca te recuerdo más allá de un año atrás, soy completamente inútil. Creo que no paro de borrar todo aquello que me provocas, independientemente de lo intenso que sea o las ganas que le pongas. Todo lo que me haces sentir me crea duda, aunque te esfuerces, aunque te creas vencedor e incapaz de dar más de ti porque lo has conquistado todo. Sigues sin conquistar nada, por todo lo ambiguo que te envuelve.
No tienes ni la mitad de valor que nos hace falta, que me hace falta para creerte, para poder dar un paso en falso sobre seguro, porque contigo todavía no consigo diferenciar bueno de malo.

Por eso no te pienso casi nunca, porque me sienta mal. Tan mal como subirme a una atracción después de comer hasta reventar... ¿Y sabes?, mariposas o nervios es capaz de soportarlos cualquiera, pero sobrellevar el vómito es realmente difícil. 
Cada vez que trato de pensar, rehacer o recordar algo de ti, me provoca mareoTanto mareo que confunde, confunde por dentro. Me provocas tanto mareo como indigestión, a sí como una indigestión de sentimientos. Me evocas esa sensación de que jamás podré llegar a entender nada, no podré llegar a decirlo todo, a soltarlo justo de la forma adecuada para poder hacerte participe de la mínima parte. Incapacidad

Siempre pensé que algún día terminaríamos de girar, acabaríamos de dar todas esas vueltas sobre nosotros mismos, conseguiríamos que pasase el tiempo suficiente e irremediablemente maduraríamos. Acabaríamos poniéndonos el uno frente al otro buscando la tranquilidad en mirarnos. 
Pero nunca pensé, que a pesar de todo seguiríamos siendo igual de cobardes. Tenía la esperanza de que al menos uno de los dos demostrara al otro que no merece la pena luchar por algo tan atemorizado, y ni siquiera hemos conseguido eso, ni siquiera hemos conseguido romper algo de nuestro silencio.
Muy dentro de mí, quiero creer que ya hemos parado de dar vueltas y hemos escogido quedarnos el uno frente al otro, tal y como lo había planeado. Pero los dos pensamos que no paramos de dar pasos en falso, y eso sí estaba completamente fuera de mis planes. Ser completamente estúpidos por creer. 


Creo que nos estamos matando y todo esto me crea migraña.

Siempre aparece algo que hace que nos replanteemos la estupidez de romper esta mierda que nos hemos creado y que hace que nos sigamos autoengañando, porque es demasiado tarde, porque el tiempo no es inagotable. Pero...¿Realmente hay tiempo que decida lo tarde entre nosotros?.
No entiendo esa vara de medir a la que tanto nos aferramos, todos nuestros silencios, impotencia, cobardía, nostalgia o angustia, son inagotables...Pero en cambio ¿el tiempo si lo es?.  Puede pasar el tiempo pero seguimos empeñándonos en valorar lo mismo, lo que nos interesa, lo que menos daño puede hacernos. ¿Es sincero pasarse la vida siendo un par de cobardes que tratan de hacer otro borrón de todo lo anterior y se refieren a todo esto como "una brisa veraniega"?.
Sólo somos los mayores hipócritas que hemos conocido, y nuestro cinismo no para de cegarnos, pero ¿sabes?, a veces me evado cuando te miro, parando el tiempo, jugando con mi valor creyendo que es real. ¿Por qué medimos solo lo que nos interesa?.



  

sábado, 7 de noviembre de 2015

Duele ser presa de un silencio del que nunca podrás volver a desprenderte.- SSNA






Duele ser presa de un silencio del que nunca podrás volver a desprenderte.






Creo que hay veces que no puedes evitar refugiarte en algo, refugiarte en algo en lo que nadie pueda entrometerse, algo que nadie pueda criticar, algo que nadie puede atreverse a juzgar o comentar.
Intentas maquillar tanto la verdad, que deja de ser real y pasa a ser sólo una gran mentira de la que eres cargo, una de esas mentiras que pesan por dentro, una de esas mentiras que te destrozan.
Ese momento fué en el que decidí buscar el silencio, y en cuanto lo encontré, no pude salir de él.

Durante mucho tiempo me he refugiado en mi silencio, en el desconocimiento. Pensé que todo sería más fácil si era completamente dueña de mi vida, dueña de mi verdad, y dueña de mis sentimientos. Nadie podría hacerme daño si nadie podía juzgarme, pero el silencio puede hacer mucho más daño que cualquier juicio insensato.
Entonces te sigues refugiando, creyendo que simplemente buscas algo en lo que poder liberarte y abrirte de la forma más segura posible, y eso es tu silencio. Cuando se va haciendo grande, lo único que hace es ahogarte, hacerte presa de tu dolor, hacer que no veas salida, y el problema pasa del miedo a ser juzgado, a que nadie pueda saber que estás hecha una completa y jodida mierda.

Pasas al lado de gente, que te mira y te traspasa, que te obvia, gente cercana que no ve nada, que incluso te machaca (pensando que eres capaz de soportarlo), ni tu familia es capaz de verlo.
Te haces tan presa de tu dolor, que te paralizas, y ninguna parte de tu cuerpo demuestra nada.
Duele, estar tan hundida y tener que seguir adelante sola. Duele, necesitar un abrazo y que nadie te lo dé. Duele, pensar que quizá la salida sea liberarte y contarlo todo de una vez por todas, pero ya no tienes valor para hacerlo. Duele, que nadie sea capaz de ver que ya no puedes más, y que no eres tan fuerte, y duele, que sólo quieras gritar y que no tengas voz.
Todas esas veces que quieres llorar, y ni las lágrimas salen de tí, porque parece que ni siquiera ellas están ahí, ni siquiera ellas pueden demostrar que sigues viva, porque estás completamente apagada.

Creo que es esa la razón por la que tanto me cuesta hablar de tí, porque creo que vaya donde vaya, haga lo que haga, o intente con todas mis fuerzas huír de tí, sea donde sea, ahí estarás.

Me juré que jamás hablaría de tí, y mucho menos, haría algo con este dolor. Me cuesta admitirlo, y será una de esas cosas que nunca comentaré en público y me llevaré a la tumba, pero llevaba tanto tiempo con la ilusión tan perdida, que he llegado a pensar que no podría volver a recuperarla nunca, que no podría volver a sentir algo bonito, a sentirme agusto, o volver a ser yo misma.

No es sólo la fuerza que me faltaba, y lo perdida que me sentía, es que me parecía que no tenía luz, que estaba tan apagada que nadie podría volver a ver el brillo de mis ojos, nadie podría volver a disfrutar de mi ilusión, y no conseguiría volver a darle a nadie todo lo bueno que tengo.

Sé que todo esto es culpa de lo negada que me he sentido durante tanto tiempo.
He sentido que nunca volvería a discutir hasta que se me acabasen las lágrimas, que no volvería a pasar noches sin dormir de dolor, porque ya las había agotado, ya no me quedaba fuerza para volver a hacerlo nunca más.
Creo que me anulé, me sentí más muerta que una ola rompiendo en la orilla, creo que ni siquiera pude refugiarme en el alcohol porque no tuve valor.

Perdí las ganas de defenderme, ser fiel a mi misma, disfrutar, cometer alguna locura, o dejar de pensar. Perdí las ganas de llenarme de vida, me marchité completamente.
Me hundí tanto que pensé que estaba aplastada, rechazada, olvidada y definitivamente muerta en vida. Sentí que no podría volver a ser feliz, y creo que fué la peor sensación que he tenido.
Sentir que no has aprovechado la vida cuando podías hacerlo, querer volver al pasado una y otra vez para cambiarlo todo, para poder volver a tomar las riendas, para disfrutar de todo lo que tenía antes y no era capaz de valorar. Lo fácil que eran las cosas, lo afortunada que era por sentir todo aquello.

Pero lo peor, es arrepentirme de que alguien me haya anulado tanto, tanto que me asusta a mí misma. Tanto, que necesito negarlo para sentirme mejor, que necesito aferrarme como a un clavo ardiendo a la negativa. Mentir para que no piensen que soy tan estúpida de haberme dejado manipular y no parar de volver.

Lo peor es arrepentirte de tus decisiones, aunque en algún momento sea lo que hayas querido.

lunes, 2 de noviembre de 2015

You act so innocent now, but you lied so soon

Me parece bonito pensar que hay algo bueno en tí que todavía tengo que descubrir.

Trato de olvidarme de todo esto, porque realmente es una tontería y no paro de construirme una vez tras otra, castillos en el aire. Que cada vez son más grandes y que cada vez están más lejos del suelo.

Todo esto, corre claramente en mi contra, y soy completamente consciente de ello, por eso no quiero pensarlo, y quiero seguir haciéndome creer que todo esto es una historia que puede que tenga final, y quizá, un día de otoño, te acabe confesando todos estos delirios de noches de verano (y otoño).

No quiero acordarme de tí, porque es inútil, y en vano, ni siquiera estas aquí.
Y de verdad, que mi cabeza se esfuerza, pero no puedo luchar contra una vaga esperanza que me das, que siempre son tonterías y esas cosas que de ser al contrario me llamaría ilusa de mierda. 

¿Por qué te empeñas en aparecer cuando estoy empezando a olvidarme de ti?.
Sí lo hicieses a propósito, ten por seguro que te odiaría más de lo que te odio, pero que lo hagas sin querer, me resulta el doble de odioso aún, porque me haces ilusionarme sin quererlo, y estar a las 4 de la mañana pensando en tí. 
Y así nos va...

Ojalá pensases tu también en mi, ojalá no fuese sólo una historia de verano.

Y en mi cabeza, no para de resonar la canción con la que inevitablemente me acuerdo de ti.




"When I met you in the summer,
To my heartbeat sound
We fell in love
As the leaves turned brown.
And we could be together baby
As long as skies are blue,
You act so innocent now
But you lied so soon
When I met you in the summer"


domingo, 18 de octubre de 2015

Para conseguir ralentizar este proceso. Este alzheimer de corazón. - SSNA

Ilusiones que nacen y se apagan.

Momentos que sueñas, fantasías, destellos de luz que parece que llegan, el estómago revuelto.
Algo; dulce, suave, pequeño, que llega lento, muy lento. Algo de color azul marino que parece que se aclara, que parece que no quiere ser.

Llega la desinhibición, el bello de punta, la boca seca, las contracturas en la espalda. Pero lento, llega lento.
Te acaricia, como el viento. Se pasea, como la lluvia cayendo por tus mejillas. Se saborea, agrio, como el limón. Cae, como el tiempo en un reloj de arena. Se pega, como la seda. Desacelera la vida, ralentiza tus pasos, te calma. Baja tu ritmo, tus pulsaciones, tus respiraciones. Calma tu vida.
Es una sensación que ves desde lejos, que parece que llega, que parece que acabará metiéndose dentro, muy dentro. Arraigando en lo más hondo de ti, echando raíces en lo más recóndito de tu ser. Llega de una forma brusca y agresiva, de golpe, sin preaviso, asustándote.

Pero llega tan lento, que se te olvida. No lo recuerdas. Comienzas a olvidar sensaciones, a olvidar sentimientos, a olvidar partes de tu vida.
Te aletargas, te calmas de tal forma que te oxidas por dentro, que te quedas en blanco, que pierdes todo el color.
Te inunda la arena seca, fina, en cualquier rincón de tu cuerpo. No eres más que polvo, algo ligero que puede llevar el viento. No tienes fuerza, estás tan apagado que ya se te ha olvidado.
Duermes, duermes la vida.



Por eso escribo. Para no olvidar, para recordar lo que es estar viva, para inundarme de sentimientos. Para conseguir ralentizar este proceso. Este alzheimer de corazón.

sábado, 10 de octubre de 2015

Puedes pararte a ver tu tranquilidad, tu parte viva, la parte serena que siempre has tenido. - SSNA



Justo en el momento en el que no podamos más, lo podremos todo.

La arena húmeda bajo mis pies, viento norte congelando mis mejillas, un nudo en el estómago y los ojos cerrados. Los ojos cerrados para sentir dolor, dolor que te traspasa, ese dolor nada y a la vez físico. Dolor en mi tripa, dolor en mis pasos, dolor en mis puños cerrados, dolor en lo más hondo de mí, dolor que me consigue cortar la respiración.

Es uno de esos días en los que te ahogas, con tu propia respiración, con tu propia vida. Esos días en los que te sientes tan ahogado que no sabes nadar, y ni siquiera sabes como llegarás a salir a flote. Cuando crees, que llevas unos pesos en los pies que te están hundiendo, y ni tus brazos pretenden hacer nada al respecto, simplemente te dejas caer.

Cada vez que estoy al borde del abismo, me hundo. Me dejo hundir. Me dejo llegar a lo más hondo, a lo más frío, a lo más húmedo, a lo más oscuro, a lo más lúgubre.
Trato de buscar esa sensación tan horrible que me engañe a mi misma, haciéndome creer que ya no puedo sentirme peor, que he conseguido llegar al límite, que ya no puedo soportar más.
Puede compararse con un esguince, sigues forzando hasta que rompe, y cuando rompe piensas que ya has llegado al tope, que no puedes sufrir más, y justo, en ese momento, te desmayas de dolor.
Ahora trazemos una barrera de lo físico a lo emocional.

Me reconforta sentirme hundida, aunque simplemente sea porque sé que saldré a flote. Miro desde la más absoluta oscuridad de mí, el pico, sabiendo que alguna vez estuve ahí, alguna vez fuí lo suficientemente feliz como para no necesitar hundirme, como para no necesitar, en general.
Es en ese momento cuando me doy cuenta de que mi vida ha sido una mentira, que ni siquiera he sido completa y sinceramente feliz, si no simplemente he conseguido autoengañarme a la perfección. Lo cual es totalmente respetable, y me admiro a mi misma viendome desde lejos. Viendo la forma en la que conseguía olvidarme, dar un paso adelante, y simplemente no preocuparme por toda la mierda en la que estaba inmersa, todo aquello deplorable que me rodeaba, todas las mentiras que me hacía, y todo aquello que he callado tanto tiempo.

Cuando estás tan lejos de aquello que antes te suponía la felicidad, puedes verlo.
Puedes pararte a ver tu tranquilidad, tu parte viva, la parte serena que siempre has tenido. Esa facilidad de solo poder hacerte partícipe de las cosas que suman.
Estando aquí. puedes ver todo lo que has ganado a causa de lo que has perdido, todo lo que has hecho mal y de lo que no te has arrepentido, todas las veces que deberías haber estado lejos, y te has quedado dentro.
Eres capaz de evaluar todos tus errores, y eres capaz de ver todo lo que te han beneficiado.


Es, en ese momento, cuando eres capaz de salir de esta mierda, de este fondo en el que estas inmerso. Cuando te das cuenta que la mierda no es esto en lo que estás, la mierda es en lo que has estado siempre pero has valorado de forma superficial. Al fin y al cabo, estar hundido es opcional, solo tú sabes que es estarlo, cuál es tu límite y donde tienes que estar.

Hasta que no aprendemos a valorar, no aprendemos a situarnos.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Cuando empezaron a atormentarme mis continuas crisis de personalidad.



Cuando empezaron a atormentarme mis continuas crisis de personalidad.




Predefinidas.
Fijadas y preestablecidas dos imágenes sobre mi misma, sobre lo que puedo reflejar al exterior.

Estoy formando un mundo acorde con lo que pretendo ser. Un sueño de lo que algún día quisiera ser, un momento o situación insignificantes. Esos dos momentos que recorren mi mente. Tratar de no volver a caer jamás en mi propia mentira.











He tenido toda la vida expectativas de ser quien no soy, y aún las tengo.
Hacer todo lo que esperan de mí, ahogar mis deseos más profundos sólo por complacer. Me he pasado el tiempo estudiando conductas deseadas, tratando de demostrar justo lo que se espera, comprobando modos de ser completa, de ser lo que todo el mundo supone que debo ser. Simplemente formas en las que no volver a tener altibajos nunca más.

No he cesado de buscar soluciones a todos aquellos problemas que ni siquiera aparecieron, ni iban a hacerlo. He buscado soluciones a problemas inexistentes por miedo a volver a sufrir.
Miedo, a permitir volver a hacerme daño. Terror, por volver a sufrir otra crisis.
Durante todo este recorrido no he parado de encontrarme con baches, recaídas, depresiones, humillaciones, bajones, perdiendo peso, perdiendo vitalidad, perdiendo ganas de vivir...Me he hundido cada vez que fallaba, que todos mis cálculos y previsiones no habían servido para nada, cada vez que trataba de alcanzar la cima y llegaba un soplo de aire que me volvía a dejar en el puto suelo. Me machacaba por no conseguir ser perfecta. He llegado a sentirme tan humillada que se me ha borrado completamente la imagen sobre mí. He llegado a sentir asco por ser quien soy, y no se trataba de estar en un cuerpo equivocado, si no de sentirte la persona equivocada.

Muchas veces me he sentido como una balanza, entre las cosas que realmente necesitaba hacer desde mi más absoluto Ego, y todo aquello que esperaban de mí, y creo que antes era mucho más valiente, más segura y realmente más admirable. Tenía la suficiente fuerza y descaro como para saber separar lo que me hace feliz de lo que hace feliz a los demás, y yo puedo darles. Es decir, no tendría que usar una balanza para categorizar mi vida.
Perdí todo lo bueno que tenía en el momento en el que crucé esa línea y decidí que lo bueno para mí era lo bueno que daba a los demás. Me olvidé de mi misma. Olvidé qué era lo que realmente quería y ni siquiera me esforcé por llevar a nadie la contraria, no me llevé la contraria ni en mis propias contradicciones. Me limitaba a hacer todo aquello que el mundo esperaba de mí, todo lo que yo no esperaba de mi misma.

Me esforzaba, en una carrera de fondo en que el mundo cambiara la imagen que tenía sobre mí. Trataba de recuperar la posición perfecta, esa posición que perdí durante tiempo. Exactamente todo el tiempo en el que tomé mis propias decisiones, sin tener en cuenta lo que querían para mí.
Tratar de dar una buena imagen, ser reservada, intervenir lo mínimo posible, educación, respeto, amabilidad, cordura, afabilidad, disposición, reparo, ayuda, aguante, capacidad de respuesta, sensatez, o todo aquello que se alejaba tanto de lo que era. Soporté en silencio todo lo que odiaba.

Traté de reforzarme, dar todo de mí sin pedir nada a cambio, dejar que se apoyasen en mi hombro una y otra vez, estar pendiente de todos los problemas, estados de ánimo...Pero sin pedir jamás que se preocuparan por mí, sin pedir la mínima ayuda, o sin necesitar hablar. Traté de estar pendiente de todo, de hacer lo posible para que se sintieran bien, hacer todas las veces que pude lo que querían o necesitaban, ir a cualquier sitio o hacer cualquier cosa por mucho que lo detestase.

Me esforcé en tratar de conseguir que todo aquello que me rodeaba, fuese tranquilidad.
Entre tantos vagos esfuerzos solo me acordé de mí para buscar a la persona que me proporcionase tranquilidad a mí. Que me diese apoyo y fuese esa razón por la que todo habría merecido la pena. Pero me metí tanto en mí misma, que me olvidé de que en eso del amor también se pueden dar pasos en falso. Ese, fué el momento en el que más me negué a mi misma.

Empecé a recordar, fueron 18 meses los que todo me recordaba a una situación amarga, a algo que no quería volver a vivir. Veía venir problemas, veía venir discusiones, veía venir todo lo malo y todo el daño que podrían hacerme, y no paré de dar pasos hacia atrás, sin darme cuenta de que cuanto más retrocedía más me oscurecía.

miércoles, 24 de junio de 2015

La tranquilidad de tu mirada cuando se dirige a tí - AP








- Venga ya...¡No me jodas! ¿puedes empezar a decir lo que sientes, ser tu misma y decir la verdad de una vez? ¿por qué coño ocultas todo lo que sientes? ¿por qué no te crees ni a tí misma? ¿por qué ni siquiera eres capaz de serte franca? ¡Trata de abrirte de una jodida vez!.
No entiendo nada... ¡Me lías! ¿qué te pasa? ¿Por qué estas así? no te entiendo ¡joder!. Cada día me dices una cosa diferente, verte así me jode, y lo peor de todo es que me estoy dando cuenta de que a mi también me estas volviendo loco.
 
*Silencio*


 - No sé que me pasa, ni siquiera sé si me tiene que pasar algo.
*Silencio*
¡Si quieres te digo lo que quieres escuchar!, ¡estoy loca!, ¡Si, lo estoy!

-  ¡¿No te das cuenta de que sólo quiero ayudarte?!
Al menos, que puedas volver a ser la de antes, volver a estar llena de vida, solo quiero que dejes de morirte por dentro, poco a poco.

-  Cada día me agota más la distancia ¿sabes?
Bueno, ya ni me acuerdo, supongo que me agota porque le necesito, o tengo la rutina de querer verle. He cogido como costumbre pensarle, tenerlo dentro de mí. Ansiarlo. He cogido como vicio necesitarle.
Pero no, no sé por qué le odio tanto cuando le veo, no entiendo por qué tengo que quitarle la cara y mostrarme así. Cada vez que me acerco acabamos discutiendo, odiándonos un poco más, y luego, creo que me enfado porque se ha vuelto a escapar.
A veces me mata lo que dice, y otras, sus palabras me acarician lentamente, incluso el mayor de sus insultos me resulta placentero. Al fin y al cabo, supongo que prefiere meterse un poco más de esa mierda antes que intentar amar, antes que intentar mirarme a la cara, antes que descubrir si sigue sintiendo lo mismo. Porque le duele, le duele igual que a mí, nos duele tanto que preferimos que todo sea pasado, y como pasado, enterrarlo vivo.

- No vivas tu propia mentira, dejarás que te siga comiendo la mierda, la mierda en la que estás. ¡Mírate! ¡Eres una cobarde!

- ¿Por qué?

- Porque enterrar el pasado es ser cobarde.
Eres cobarde simplemente por la manera en que le miras, el brillo que aparece en tus ojos cuando le tienes cerca y la tranquilidad de tu mirada cuando se dirige a tí. Te muerdes el labio cada vez que menciona tu nombre y sólo respiras cuando está contigo. Pero a pesar de todo, no haces nada, te limitas a sufrir, a ahogarte en tu propia mentira.

- ¿Cómo coño ves todo eso?

- Porque me muero cada vez que veo que te pasa eso, porque me pasa lo mismo contigo.


domingo, 17 de mayo de 2015

Perder lo más preciado que tenemos. Perder los besos que no damos. - EVdMT






Y estaba satisfecha incluso de mis errores hasta el momento, pero por una extraña razón, algo dentro de mí decidió apoderarse de la cordura que hasta entonces me mantenía en pie.

Decidí plantarme frente a  él. 
El problema fué que simplemente lo decidí.

Me llené de ganas insaciables, de palabras inverosímiles, traté de convencerme de que debía hacerle sentir lo mismo.Fue entonces, cuando decidí esconderme y hacer de mis sentimientos un cúmulo de ilusiones.

Justo cuando más trataba de huír, de esconderme, de perder dignamente el valor... Apareció. 
Haciendo que no sólo se me paralizara la sangre, si no cortándome la respiración y dejándome sin aliento. Que triste, que ni el ridículo fui capaz de hacer gracias a los temblores de mi cuerpo.

Sabía que debía enfrentarme al pasado cara a cara, que debía enfrentarme a él. Tendría que sacar fuerza, valor, crecer, poner las cartas sobre la mesa. Necesitaba de una vez por todas llevar las riendas de mi vida, liberarme de esta angustia y completar este vacío.
Salir de todo el pánico que él había causado en mis huesos.


Simplemente me bastó con decirle que disfrutase, que es lo que nos queda, vivir.
Que no se preocupase, ni tratase de seguir un guión, que al final, la vida sólo es la prisa que nos lleva a cruzar en rojo.

Me di cuenta, de que conmigo sólo perdía el tiempo, y eso, si que es una pena. Perder lo más preciado que tenemos. Perder los besos que no damos.