viernes, 9 de diciembre de 2011

En ese momento, grité con todas mis fuerzas " ¡MANDARINA! - DM.7



Son todo un cúmulo de dulces mentiras.

Recuerdos que amargan la existencia. Simplemente porque fueron lo mejor del nuestro mundillo.
Una cruz, una camiseta de los Chicago Bulls y una sonrisa.

Allí, la mañana sonreía ante nuestra cama de una manera especial. Jamás había visto una mañana tan resplandeciente, un despertar tan brillamte. Jamás abrí los ojos gracias a un beso tan tierno en la frente.
El color vivo que tenía nuestra habitación, junto con los pequeños rayos del sol que conseguían atravesar aquella persiana medio abierta. Aquella persiana que nos proporcionaba la luz suficiente para no poder dejar de mirarnos, para no dejar de darnos aire que respirar. Aquella situación tan enternecedora, tan perfecta que me producía repugnancia al recordarme a viejas historias de cuento de hadas. Viejas historias, pero nuestras,

Al abrir los ojos recuerdo ver una cruz, una cruz que colgaba de tu cuello. Su sombra se reflejaba sobre tí. Esbocé una sonrisa y bajé la mirada para vernos aún enrollados en aquellas blancas sábanas. Fue el primer silencio de mi vida que me parecio absolutamente perfecto.
Subí de nuevo la mirada, sin dejar mi sonrisa a un lado, y te miré, con esa cara de niño astuto y bueno que nunca pudiste quitar.

No sonreías, me mirabas con la cabeza ligeramente girada y parecía que ibas a llorar.
Me mordí el labio inferior, con la esperanza de encontrar alguna respuesta que me quitara esa incertidumbre que me producías. Me dejé caer sobre la cama, miré fijamente al techo y me empecé a reír como una loca, pensando que eso no podía estar pasando, que yo, el desastre y la irracionalidad personificadas, no podía estar ese lugar, en ese momento y con ese chico.

Empecé a reirme más fuerte aún, pensando que mi vida era una locura, que estaba trastornada y nada tenía sentido, creía que seguir con aquello era una estúpida tontería que me encantaba vivir, que aquella sensación de tener una niña dentro que no puede volver a esconderse, era fantástica y que me repugnaba no poder sacar de mi cabeza tales adjetivos tan asquerosos y empalagosos, no poder aguantar gritarte que te quiero.

Paré de reirme y te miré, me seguías mirando pero esta vez, incrédulo, me mirabas y sonreías pero tenías esa cara de ' por qué le habré hecho caso', en ese momento fue cuando me acerqué a tí, y me coloqué suavemente encima tuyo apoyando mis manos sobre tí y te miré, estabas bajo mi poder, y me sentía muy poderosa en aquel momento, frunciendo el ceño giré la cabeza.

Que sueño tan dulce, dulce....como la parte más dulce de la parte más dulce del postre de mi abuela. En ese momento, grité con todas mis fuerzas " ¡MANDARINA!" y entonces, te empezaste a reir. Paraste solamente para tirarme de la camiseta de tirantes hacia tí y darme el primer buen beso de la mañana.

"Buenos días, pequeña" , la mujer más feliz del mundo le da las gracias hasta al espíritu santo por haberme dado a este hombre tan perfecto ¡COÑO!. A partir de ahí todo fue lo especial del día, los mejores buenos días que me habían dado hasta el momento, acompañados de sus besos y caricias.
Una frase " Joder, y pensar que estas cosas sólo pasan una vez en la vida", te quiero.



PD: Azul aguamarina