miércoles, 5 de septiembre de 2012

No para hundirnos más, si no por necesidad - SSNA





Sin embargo, y aunque el verano se vaya para dar comienzo a la época más acogedora del año, mi fuerza y mi valentía casi han dejado de luchar.


Siempre hay momentos duros por los que tenemos que pasar, todas estas malas rachas que auguran la calma.
La esperanza es la causa principal que nos mantiene vivos. Vivimos esperanzados, buscando ese pequeño rayo de sol que nos ilumine el día y que sea suficiente para hacer frente a la triste realidad en la que nos toca vivir. No lo niego, las desgracias están a pie de calle, y la amargura acecha entre la niebla mañanera, pero creo, que hemos aprendido a convivir con ello.
Jamás pierdo la esperanza, porque será lo único que me lleve a la tumba. Una vez desaparezca mi esperanza, lo haré con ella para siempre, no sabría vivir si no es con ella. Al fin y al cabo, supongo que todos tenemos un poco de fé.


Este mes de Septiembre parecía suponer el comienzo de muchas cosas nuevas. Parecía que el viento iba a traernos un aire nuevo a respirar, que el sol brillaría de una forma especial.
Mi esperanza durante este comienzo había sido encontrar ese aire puro, esa dosis de vida que mi cuerpo necesitaba, ese movimiento nuevo que iba a descubrir mi cuerpo...Pero no lo encontré.




El problema, está en que escribo para hacer frente a tanto dolor que me come por dentro, a la falta de esperanza. Y esto, es un asco. Esto de escribir sólo cuando no encuentras otra salida, cuando ya no sabes que hacer para deshacerte de toda esa rabia e impotencia. Por no poder hacer más, por no saber que hacer, por haber perdido casi toda tu esencia, por sentirte vacía y no saber cómo ni qué puede llenarte, por desconocer, por completo.

Es frustración, por pasarte horas y horas pensando cómo superarte, cómo seguir caminando firme, cómo no perderte y cómo hacer frente a todo lo que todavía vendrá. Presiento que aún estoy lejos de mi punto de inflexión, y sólo veo que me voy quedando sin voz y sin valor para hablar.
Siento que ya no tengo ganas de ver la realidad, que estoy perdiendo esas ganas de luchar.
Lo peor de vivir a ciegas y apenas con esperanza, es que sueles acabar perdiendo, y eso, es lo que más nos duele, que no llegue al fin la calma. Creo que ni siquiera mis lágrimas quieren salir, que prefieren quedarse ahí, simplemente seguir sintiéndose ellas fuertes, ya que yo no consigo hacerlo por mi misma.

Supongo que algunas veces necesitamos estar tristes, y escribir sobre tristeza. No para hundirnos más, si no por necesidad. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta es una entrada preciosa, digna de ser recomendada, enhorabuena.

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