sábado, 7 de noviembre de 2015

Duele ser presa de un silencio del que nunca podrás volver a desprenderte.- SSNA






Duele ser presa de un silencio del que nunca podrás volver a desprenderte.






Creo que hay veces que no puedes evitar refugiarte en algo, refugiarte en algo en lo que nadie pueda entrometerse, algo que nadie pueda criticar, algo que nadie puede atreverse a juzgar o comentar.
Intentas maquillar tanto la verdad, que deja de ser real y pasa a ser sólo una gran mentira de la que eres cargo, una de esas mentiras que pesan por dentro, una de esas mentiras que te destrozan.
Ese momento fué en el que decidí buscar el silencio, y en cuanto lo encontré, no pude salir de él.

Durante mucho tiempo me he refugiado en mi silencio, en el desconocimiento. Pensé que todo sería más fácil si era completamente dueña de mi vida, dueña de mi verdad, y dueña de mis sentimientos. Nadie podría hacerme daño si nadie podía juzgarme, pero el silencio puede hacer mucho más daño que cualquier juicio insensato.
Entonces te sigues refugiando, creyendo que simplemente buscas algo en lo que poder liberarte y abrirte de la forma más segura posible, y eso es tu silencio. Cuando se va haciendo grande, lo único que hace es ahogarte, hacerte presa de tu dolor, hacer que no veas salida, y el problema pasa del miedo a ser juzgado, a que nadie pueda saber que estás hecha una completa y jodida mierda.

Pasas al lado de gente, que te mira y te traspasa, que te obvia, gente cercana que no ve nada, que incluso te machaca (pensando que eres capaz de soportarlo), ni tu familia es capaz de verlo.
Te haces tan presa de tu dolor, que te paralizas, y ninguna parte de tu cuerpo demuestra nada.
Duele, estar tan hundida y tener que seguir adelante sola. Duele, necesitar un abrazo y que nadie te lo dé. Duele, pensar que quizá la salida sea liberarte y contarlo todo de una vez por todas, pero ya no tienes valor para hacerlo. Duele, que nadie sea capaz de ver que ya no puedes más, y que no eres tan fuerte, y duele, que sólo quieras gritar y que no tengas voz.
Todas esas veces que quieres llorar, y ni las lágrimas salen de tí, porque parece que ni siquiera ellas están ahí, ni siquiera ellas pueden demostrar que sigues viva, porque estás completamente apagada.

Creo que es esa la razón por la que tanto me cuesta hablar de tí, porque creo que vaya donde vaya, haga lo que haga, o intente con todas mis fuerzas huír de tí, sea donde sea, ahí estarás.

Me juré que jamás hablaría de tí, y mucho menos, haría algo con este dolor. Me cuesta admitirlo, y será una de esas cosas que nunca comentaré en público y me llevaré a la tumba, pero llevaba tanto tiempo con la ilusión tan perdida, que he llegado a pensar que no podría volver a recuperarla nunca, que no podría volver a sentir algo bonito, a sentirme agusto, o volver a ser yo misma.

No es sólo la fuerza que me faltaba, y lo perdida que me sentía, es que me parecía que no tenía luz, que estaba tan apagada que nadie podría volver a ver el brillo de mis ojos, nadie podría volver a disfrutar de mi ilusión, y no conseguiría volver a darle a nadie todo lo bueno que tengo.

Sé que todo esto es culpa de lo negada que me he sentido durante tanto tiempo.
He sentido que nunca volvería a discutir hasta que se me acabasen las lágrimas, que no volvería a pasar noches sin dormir de dolor, porque ya las había agotado, ya no me quedaba fuerza para volver a hacerlo nunca más.
Creo que me anulé, me sentí más muerta que una ola rompiendo en la orilla, creo que ni siquiera pude refugiarme en el alcohol porque no tuve valor.

Perdí las ganas de defenderme, ser fiel a mi misma, disfrutar, cometer alguna locura, o dejar de pensar. Perdí las ganas de llenarme de vida, me marchité completamente.
Me hundí tanto que pensé que estaba aplastada, rechazada, olvidada y definitivamente muerta en vida. Sentí que no podría volver a ser feliz, y creo que fué la peor sensación que he tenido.
Sentir que no has aprovechado la vida cuando podías hacerlo, querer volver al pasado una y otra vez para cambiarlo todo, para poder volver a tomar las riendas, para disfrutar de todo lo que tenía antes y no era capaz de valorar. Lo fácil que eran las cosas, lo afortunada que era por sentir todo aquello.

Pero lo peor, es arrepentirme de que alguien me haya anulado tanto, tanto que me asusta a mí misma. Tanto, que necesito negarlo para sentirme mejor, que necesito aferrarme como a un clavo ardiendo a la negativa. Mentir para que no piensen que soy tan estúpida de haberme dejado manipular y no parar de volver.

Lo peor es arrepentirte de tus decisiones, aunque en algún momento sea lo que hayas querido.

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