viernes, 9 de diciembre de 2011

En ese momento, grité con todas mis fuerzas " ¡MANDARINA! - DM.7



Son todo un cúmulo de dulces mentiras.

Recuerdos que amargan la existencia. Simplemente porque fueron lo mejor del nuestro mundillo.
Una cruz, una camiseta de los Chicago Bulls y una sonrisa.

Allí, la mañana sonreía ante nuestra cama de una manera especial. Jamás había visto una mañana tan resplandeciente, un despertar tan brillamte. Jamás abrí los ojos gracias a un beso tan tierno en la frente.
El color vivo que tenía nuestra habitación, junto con los pequeños rayos del sol que conseguían atravesar aquella persiana medio abierta. Aquella persiana que nos proporcionaba la luz suficiente para no poder dejar de mirarnos, para no dejar de darnos aire que respirar. Aquella situación tan enternecedora, tan perfecta que me producía repugnancia al recordarme a viejas historias de cuento de hadas. Viejas historias, pero nuestras,

Al abrir los ojos recuerdo ver una cruz, una cruz que colgaba de tu cuello. Su sombra se reflejaba sobre tí. Esbocé una sonrisa y bajé la mirada para vernos aún enrollados en aquellas blancas sábanas. Fue el primer silencio de mi vida que me parecio absolutamente perfecto.
Subí de nuevo la mirada, sin dejar mi sonrisa a un lado, y te miré, con esa cara de niño astuto y bueno que nunca pudiste quitar.

No sonreías, me mirabas con la cabeza ligeramente girada y parecía que ibas a llorar.
Me mordí el labio inferior, con la esperanza de encontrar alguna respuesta que me quitara esa incertidumbre que me producías. Me dejé caer sobre la cama, miré fijamente al techo y me empecé a reír como una loca, pensando que eso no podía estar pasando, que yo, el desastre y la irracionalidad personificadas, no podía estar ese lugar, en ese momento y con ese chico.

Empecé a reirme más fuerte aún, pensando que mi vida era una locura, que estaba trastornada y nada tenía sentido, creía que seguir con aquello era una estúpida tontería que me encantaba vivir, que aquella sensación de tener una niña dentro que no puede volver a esconderse, era fantástica y que me repugnaba no poder sacar de mi cabeza tales adjetivos tan asquerosos y empalagosos, no poder aguantar gritarte que te quiero.

Paré de reirme y te miré, me seguías mirando pero esta vez, incrédulo, me mirabas y sonreías pero tenías esa cara de ' por qué le habré hecho caso', en ese momento fue cuando me acerqué a tí, y me coloqué suavemente encima tuyo apoyando mis manos sobre tí y te miré, estabas bajo mi poder, y me sentía muy poderosa en aquel momento, frunciendo el ceño giré la cabeza.

Que sueño tan dulce, dulce....como la parte más dulce de la parte más dulce del postre de mi abuela. En ese momento, grité con todas mis fuerzas " ¡MANDARINA!" y entonces, te empezaste a reir. Paraste solamente para tirarme de la camiseta de tirantes hacia tí y darme el primer buen beso de la mañana.

"Buenos días, pequeña" , la mujer más feliz del mundo le da las gracias hasta al espíritu santo por haberme dado a este hombre tan perfecto ¡COÑO!. A partir de ahí todo fue lo especial del día, los mejores buenos días que me habían dado hasta el momento, acompañados de sus besos y caricias.
Una frase " Joder, y pensar que estas cosas sólo pasan una vez en la vida", te quiero.



PD: Azul aguamarina

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Acepto utilizarte hoy como parche emocional, 


Asumo sentirte como mi mejor resaca emocional.






 Me tranquiliza pensarte, porque aún siendo surrealista, me conformo con tener esperanza en algo.

Sintiendo esperanza te sientes lo suficientemente viva como para seguir, aún sabiendo la mentira de todo esto, aún teniendo claro que te estás engañando, con tener esperanza vale.
Empecé a refugiarme en tonterías como estas cuando llegó un momento en el que me cansé de esperar, de mantenerme en un continuo "pause". Sólo piensas en lo fácil, en lo que ya tienes, en el pasado, en retomar cualquier cosa, piensas en todo excepto en abrirte de nuevo a sentir, a conocer, a llegar un día y que el amor de tu vida te sorprenda. Llega un día que te niegas a todo eso, que estás cansada de ver la vida pasar y que necesitas ese apoyo de alguien, pero no tienes las suficientes fuerzas como para buscar.


Sólo sé, que cuando no sé en que pensar para distraerme, para calmarme, o para dormirme agusto, pienso en tí.

sábado, 29 de octubre de 2011

Cuando juegues contra todo pronóstico, asumiendo consecuencias, te harás daño - Veintiquince - SSNA



Ni duele ni mata.

No te creas que lloro por las esquinas, que no soy fuerte, que he perdido la esperanza, que ya nada me importa, que sufro por cada palabra que escribo, que no duermo por las noches o que estoy enamorada de ti.
Simplemente, te odio con ternura y malgasto el tiempo con pequeños juegos que me encantan y me llenan de ilusión. "Cuando quiera volver, volverá", y no lo digo yo, lo dice mi sentido común.

Ni te espero, ni busco una respuesta diferente por tu parte. Sé que eres igual que todos, que cuando las cosas se ponen serias te vas corriendo, que cuando deja de ser un juego quieres dejar de jugar para ir a merendar y jugar a otro juego. No busco algo nuevo, que seas diferente, que todo lo que me decías fuera verdad, o tus besos sinceros, porque tengo claro que no lo son, y no me importa.

Pretendes ser especial, pero no me importa que no lo seas, tengo asumido que lo que te gusta es ser lo que eres y alguien como yo no va a cambiar esa apariencia de intocable.
Puedo decirte que no lo eres, y que no he sido yo la que te ha cambiado, eres tú el que intenta cambiarse con todos esos escudos. Tranquilo, pensé que podría ser diferente pero porque el tiempo está cambiando, igual algo te hacía cambiar.
No me has decepcionado, simplemente no me has sorprendido.

Te deseo muy sinceramente lo mejor, pero yo no quiero seguir jugando un mes más a tu juego, porque no soy un experimento, y cuando uno se lo toma en serio, contigo nunca salen las cosas bien. No voy a esperar a que tu quieras dejar de jugar, es egoísta pero hace tiempo me propuse no volver a hacerme daño, a recordar el dolor o recordar que es querer hasta que duele no hacerlo.

Siento dejar el juego a medias, y ser la que tira la toalla. Pero no juego contra cobardes, ni contra hombres que se tienen miedo incluso a sí mismos, incluso a lo que no pueden llegar a controlar.
No juego contra aquellos que me tienen miedo, que tienen miedo de que sea diferente, que llegue a desarmarles, a quitarles sus escudos, que llegue a ser mejor que ellos jugando.

Cuando juegues contra todo pronóstico, asumiendo consecuencias, te harás daño, pero tanto tú, como yo, acabaremos siendo felices de una vez por todas.

viernes, 21 de octubre de 2011

La debilidad es sólo sed de venganza atrofiada. Sufrir es legítimo, y sentir esto también. - AP2




No me duele, no.


Me mata de celos y desesperación, me consume por dentro y me engorda. Alimenta mi ira inversamente proporcional a mi paciencia, revienta los límites de mi tensión arterial, se me cargan esos puntos delicados de la columna vertebral, se contraen mis músculos como piedras, y no puedo evitar odiarte cada día un poco más.

Vago neurótica por esta primavera, controlándome a mi misma para no recordar ni ser consciente de la realidad. Aguantarme, morderme la lengua y respirar hondo, cerrar los ojos tan fuerte como mis garras y tratar de no derramar ni una lágrima de nuevo por ti, o por la rabia que me deja totalmente anulada. Guardando todas estas fuerzas que me creas y escondiendo lo que quiere salir, como un volcán en su punto exacto. Consolándome (engañándome) y tratando de evitar una guerra nuclear, preparándome mentalmente para atacar en cuanto sea posible, porque la esperanza es lo único que calma a las fieras. El momento en el que cualquiera baje la guardia y me haga irremediablemente vencedora, consiguiendo la valentía suficiente para seguir soportando todo este dolor que llevo dentro y que mi orgullo no deja caer. Acumulando odio, rabia y frustración diariamente.





Mientras tanto, avísale.
Adviértele de todo lo que sabes sobre mí, al fin y al cabo para tu desgracia, me conoces demasiado bien, y no sólo a mí, si no  todo lo que viene conmigo, (y todo lo que has causado en mí). Dile que tenga cuidado, que soy completamente impredecible, que te recuerdo a un Miura en mi más absoluto grado de cólera. Dile que te guarde bien y te haga caso, que no te descuide y te deje solo, porque cualquier cosa me serviría como excusa, de una botella de agua puedo hacer un puto río si me beneficia.

Pero cuídala tú también a ella, estás demasiado atontado y no te das cuenta de zorras como yo que la rondan, porque no soy la única a la que provoca. Adviértele de que ya no soy un encanto, muy a mi pesar. Ni siquiera soy lo suficientemente previsible como para que pueda estar mínimamente preparada, estoy jodidamente loca, recuerda que eso era lo que más te gustaba de mí.

La debilidad es sólo sed de venganza atrofiada. Sufrir es legítimo, y sentir esto también. 
Probablemente me arrepienta toda la vida de cada palabra que escupo, como de casi todo lo que hago, porque el alcohol y mi impulsividad nunca fueron buenos compañeros, porque nunca sé si es mejor pecar de gilipollas o de amargada.

Me provoca hasta el límite, y sabes que soy puro nervio. Me provoca hasta que pueda reventar y demostrarte que todas tus razones no eran infundadas, que tu opción siempre fue la correcta, que no hay nada que me salve y que ya no merece la pena dar nada por mí. ¿Por qué la dejas que trate de llevarme al límite una y otra vez?, ¿por qué le consientes todas esas chiquilladas que sabes que me provocan?, ¿por qué ya no me piensas ni lo poco que me hace falta para recobrar un poco de cordura?...
En el fondo creo que sí, que tienes razón y  ya no merece la pena. Me he pasado tanto, que en tu lugar nadie cuerdo daría un mísero duro por mí, pero eso es de cobardes, justo de lo que nunca presumiste ser. Tu cobardía me demuestra que tú tampoco mereces la pena ya, y eso, es justo lo que ella nunca entenderá. Que  agua pasada no mueve molinos.

Sé que bajo esa sonrisa de corderillo se esconde otra puta loca como yo, porque no somos tan diferentes, y ciertamente esa es la idea que más me repugna. No pretendo demostrarlo ni ahora ni nunca, ni siquiera se merece un mínimo halago como el de parecerse en algo a mí, quizá mi victoria se base en eso, en que te des cuenta de que has cambiado el hambre por las ganas de comer. 

Me engaño mucho, ya lo sabes, pero no la engañes tú a ella. Sabes que me gusta jugar a ganar y que quizá pierda, de nuevo, pero me encanta luchar entre fieras y sé, sin lugar a duda, que puedo rugir como ninguna. 

Cuida un poquito más a este dolorido corazón que sólo te pide comprensión, y pídele que reprima su rechazo si no quiere acabar con su ego bajo la suela de mi zapato.

Ya sabes, que cuando hay que jugar, 
si no gano, empato.

martes, 30 de agosto de 2011

"Si no tienes problemas ven a conocerlos conmigo" - DM.6




Porque parece, que entre un puñado de nervios incesantes aparece el amor. E irremediablemente es lo único que calma.

No es ese amor verdadero, puro, limpio, y lleno de estabilidad. Ese amor dulce,  que sólo puede traer paz consigo.
Es ese amor brusco y sin sentido, el que también me calma.


Todo empieza con la sensación;



 "casi todo lo que digas, y  la forma en que lo digas no importa "


Cuando empezamos a volver juntos de madrugada para que me gritaras sin querer esas cosas sin sentido.  Cuando empecé a temer que intentas convencerme otra vez para darme un beso acompañado de todo lo que me hace salir corriendo.
Cuando conseguiste hacer que no saliera corriendo de tí, que la formalidad no me aterrorizase.
Es entonces, cuando me doy cuenta de que no puedo parar de pensar en que estamos demasiado perdidos. 







"Si no tienes problemas ven a conocerlos conmigo"

La frase que siempre me dijiste que debería tatuarme, marcarme a fuego, fijarla en lo más hondo de mí. Dijiste que jamás nadie diría una frase que me definiese más, jamás nadie diría tanta verdad en una sola frase. Nunca encontraría nada en el mundo que fuera más mío que esas ocho palabras.


Podría ahogarte a perdones, pero si de verdad crees o sigues creyendo, aunque sólo sea un poco, que vale la pena echar a perder todo lo que has vivido, la madurez que tienes, todo lo que te ha hecho persona, todo lo bueno que tienes, lo que eres. Echar a perder tu vida sólo por estar conmigo, pero te lo agradeceré toda la vida, porque la cordura llegó contigo, y nunca pensé que podría llegar a sentirme tan cómoda en ella.
Sé mejor que cualquiera que no todo el mundo estaría dispuesto a apostar por mí, una vez he fallado. Apostar por alguien ya es difícil, pero apostar a ciegas, contra todo pronóstico y con un 78% de posibilidades de salir perdiendo, es una jodida y completa mierda. 

Ya sabes que no encontrarás nada de lo que buscas, pero es lo que lo hace especial, lo que alimenta el riesgo que hace que tengas tantas ganas de salir escaldado. Sabes que nunca seré la novia perfecta, y no digo para tus padres, si no para ti otra vez. No tengo nada de lo que tiene la princesa que siempre soñaste, pero tu tampoco fuiste nunca ese ogro que buscaba.
Me encantaría que dieras el paso a pesar de todo, ¿para qué nos vamos a engañar?, que lo dieras de nuevo contra todo pronóstico, asumiendo consecuencias y sabiendo cómo soy, que volvieras a apostar una última vez por mí, que gastases tu útima bala. Simplemente por el morbo de que te llamen loco al cruzar la calle, por que te señalen por el dedo por haber perdido contra mí otra vez.
Sólo pretendo cumplir alguna tontería contigo, alguna que otra que se nos ha quedado en el tintero. Ya sabes, esas cosas que tengo metidas en mi tarrito de sueños a cumplir contigo.

1. Hablarnos con la mirada. Conseguir decirnos la mayor guarrada del mundo en el restaurante más silencioso del planeta. Simplemente con mirarnos.
2. Conseguir, que cuando no veas la salida, te la inventes conmigo. Una salida de emergencia.  
3. Luchar entre cabeza-corazón, para equilibrarnos. Tratar de llegar a sentirnos tan equilibrados, que intercambiemos corazón por cabeza y viceversa, y al revés, y cabeza-corazón otra vez.
4. Morirnos de los nervios antes de vernos, porque estamos demasiado enfadados para soportarnos. Siempre. Incluso con 70 años. Tener nervios por verte ganando el puto mejor campeonato de petanca de viejas glorias y que no te vengas a tomar un chinchón conmigo y vayas con tus amigos aprostáticos.
5. Darnos esos besos comunes, que se dan por agradecerte que me sonrías a veces. Pero darlos tan tiernos que nos pregunten si nos vamos a despedir para toda la vida, como si te fueras a la guerra y a mi me internasen en un convento.
6. Que la normalidad, sea nuestra asignatura pendiente toda la vida. 
7. Soñar juntos. Soñar que somos grandes, que volamos, que somos invencibles. Lo insignificante del mundo porque nosotros dos lo tenemos todo, porque somos lo suficientemente grandes juntos como para reírnos y provocar otro terremoto en Valdivia.
8. Discutir diariamente, hasta agotarnos, hasta quedarnos sin voz. Reconciliarnos diariamente, y que nos tengan que amputar las cuerdas vocales definitivamente. Hacerlo todo siempre con intensidad.
9. Conseguir tener un desajuste hormonal por toda la adrenalina que nos producimos, por todos los altibajos que nos provocamos, por todos los psicólogos que se harán de oro a nuestra costa, porque Kleenex llevará nuestros apellidos como si cada paquete fuera hijo nuestro.
10. Envejecer. ¿Te imaginas dos locos viejos? podríamos hacer cualquier sinverguencería y sería mucho más grande. Nadie se espera que unos viejitos sean unos jodidos canallas.
22. Atreverte. A todo. A nada. A mí de nuevo.

lunes, 1 de agosto de 2011

Perdiendo el orden de los hechos, pero el sentido de mi orden - TC.16



















Brindemos pequeños, porque todo es suficiente cuando eres realmente feliz.













Realidad sobre un confrontamiento con un lienzo y una cerveza. Lo más real sobre mí, siendo  finalmente representado;

Cuatro amores que pelean por aparecer sobre el lienzo de mi vida.
Que tontería, ¿verdad?.

Me sorpremde encontrarme de una vez por todas con algo sobre mí misma.
Es un reto, tener que pintar por primera vez algo que tengo dentro, algo que es completamente mío. Algo que mi alma estaba gritando, que mis manos siempre quisieron hacer. Algo que siempre quiso salir de mí, pero que nunca se enfrentó a la realidad.
Me enfrenté a mi vida en blanco. Me paré frente a aquel cuadro en blanco, aquello que me estaba esperando. Pretendía sacar algo de mí.

Empecé a pintar el primero. Siempre he sido muy obsesiva con el orden, lo correcto, las correlaciones, lo que siempre es más lógico, y no podría haber empezado de otra forma sin ser fiel a mi.
Escogí el color rojo, tonalidades naranjas, escamas, y muchas líneas, gordas y fuertes. Con un solo punto. Y en medio, de repente, blanco.
Resultó ser el más efusivo e intenso. Ese primer amor. Amor que agota y aprieta, amor que te ahoga y no deja de hacerlo. Un amor duro y violento, fuerte y fugaz. Nos queríamos en exceso, de eso no cabe duda. Hubiera dado mi vida por él. Me consumía, y eso dañaba a nuestra inexperiencia.
Jamás conocí un amor que doliese tanto, que no pudiese dejar de tener presente.
Dejamos de querernos cuando desaparecimos por completo de la vida del otro, cuando cualquier recuerdo era convertido en un espacio en blanco. Cuando decidimos que las medias tintas era duras. Que solo la ausencia nos sanaría, que sólo el desconocimiento nos haría volver a recobrar la cordura. El color rojo no es por la pasión, si no por la sangre derramada. Incluso para olvidarnos.

El segundo en aparecer, (perdiendo el orden de los hechos, pero el sentido de mi orden), fue un gris, gris perla, gris oscuro, sucio, con algo negro. Garras, líneas en zig-zag, un borrón. Líneas irregulares, nada de sentido.
Este, estaba dotado de pasión y risas. De sexo y deseo, de orgullo y manías.
No podíamos dejar de vernos, éramos incapaces de hablar sin sonreír, éramos seres insaciables con nosotros mismos. Animales llenos de rabia.
Reconocíamos que aquello fuera similar a la droga y nos encantaba. Buscábamos respuestas no verbales, buscábamos desgastarnos. Desgastarnos tanto que llegásemos a desaparecer. Tanto deseo hubo derramado, que al final no supimos ver más allá. No pudimos hacer nada bonito. No pudimos construír nada entre los dos.
Lo que provoca, y siempre provocará, que la tensión sexual no haya desaparecido. Que todavía no nos hayamos cansado.
Para este, el color era sin duda el gris. Era el gris porque pasábamos los dos una época amarga, tratamos de consolarnos el uno al otro sin ahondar en nada, tratanto de aclarar ese negro que nos conoció, tratando de llegar más allá del gris. Pero solo conseguimos hacer un borrón.

El tercero, fue mi niño. Como niño, su color era el azul. Verde agua marina, o azul. Algo claro y a la vez oscuro, algo que me producía felicidad y amargura. Ese azul que calma, como el mar, y ese verde que no debería estar.
Era completamente imperfecto, y me encantaban esas cosas que se alejaban tanto de la perfección. Sus dulces momentos y miradas, aquellas pequeñas cosas que hacían que quisiera tenerle conmigo toda la noche. Era esa relación que todo el mundo quiere, era tranquilidad y felicidad.
No me engaño, su dulcura provocaba que al fin, me sintiese bien. Era tan bonito, que no podía parar de quererle. Era tan dulce como un niño.
Aún así, entre nosotros había puro fuego permanentemente, una bomba por explotar, el frío de la antártida y el rojo vivo del interior terrestre. Siempre nos echamos de menos, incluso sin conocernos, nos proporcionábamos paz. Creo que llegué a pensar que sería el perfecto padre para mis hijos, mi perfecto compañero de viaje. Era tan bueno que me asustaba que estuviese conmigo. Me asustaba no estar a la altura, no poder devolverle tanto cariño.
Simplemente con mirarnos, estábamos tranquilos. Porque la calma era estar a su lado. El equilibrio era él.
Creo, que incluso después de que terminase todo, queríamos volver a vernos. Queríamos que volviese la paz. Nuestro problema fue el orgullo, demasiado orgullo.


El último, es un color amarillo sin duda. Ese color que destaca, que molesta, que no pega, que no tendría que estar. Geométrico.
Apareció en un momento plano. En cuanto menos me lo esperaba, sin querer. Nunca me hice a la idea de que podría llegar a ser algo tan grande. Nunca quise asumir que pudiese llegar a importarme tanto.
Me ha llegado ha marcar tanto, que ni siquiera puedo decir nada, que ni siquiera tengo voz después de tanto tiempo. Es uno de esos silencios que molestan y se notan.
No podría decir nada, porque no soy capaz. No soy capaz a hablar sobre ello.

martes, 26 de julio de 2011

Besarte, como si siempre fuera la primera vez. - DM.5





Hoy, busco más que nunca tener esa razón por la que levantarme cada mañana.
Revivir una búsqueda de sentimientos completamente perdida. Sensibilidad por necesidad. 



Me gustaría encontrarle.
Encontrar esa parte suya que siempre quise, esa sensación que tanta falta me hace ahora. Necesito dejar de verle como rutina, mantenerme viva con la lucha por no perderle, porque nunca necesité nada más, ni siquiera necesité dejar de ser presa de esta sensación. Pero sería tan estúpido como lo es, odiar que me quiera tan bien como lo hace.

Era tan bonito cuando nos hacíamos daño al querernos, cuando éramos ese amor tan puro. El que duele. 




Cuando la rutina era besar a escondidas, en las esquinas, como si fuera el último día que lo fuéramos hacer. Manteniendo el secreto, para alimentar el riesgo. Vernos muy rápido, tan rápido que ni siquiera podíamos recordar, como si nos agotásemos. 
Derramar pasión en las paredes que tocábamos, deseo en cada una de las farolas que alumbraban nuestros  besos. Como si quisiéramos comernos en ese mismo instante, como si el tiempo fuera a implosionar.

Silenciosamente, llorar con cada uno de los besos, que vuelvan a caer las lágrimas lentamente por nuestras mejillas, porque podemos no volver a vernos, porque el miedo es cada vez mayor, y la valentía se nos hace poco a poco más pequeña.
Mientras, sólo estamos juntos, y nuestra respiración se acelera. Con los ojos cerrados, ahogándome, entreabrirlos y simplemente verle a él, sólo ver su boca. Sentir su respiración igual de rápida, sentir que le quiero demasiado, que es imposible querer más. Volver a sentir que el tiempo se para para que nosotros nos queramos, para darnos un respiro, para regalarnos a nosotros mismos vida.

Volver a reirnos juntos, para que el mundo nos escuche, con todas nuestras ganas. Decir te quiero mientras estamos enfadados, porque de la rabia que tenemos necesitamos recordarnos que nos queremos, y en el momento en el que más nos odiamos, gritarnos. Algo así como gritarnos un te amo, muy claro. Lleno de rabia. 
Cuando besábamos a otros, por cobardes. Y buscarnos cada noche para pedir perdón, volvernos locos porque ambos sabemos que esto es una tonteria. Pero eso, nos daba igual. No queríamos admitir lo que sentíamos, porque la posición cómoda era seguir con nuestras vidas. Pero seguir siendo infelices. Nuestros corazones luchaban por latir más fuerte, por intentar engañar más, por tratar de ser más fuertes.
Pero nos provocábamos un ascenso de la adrenalina con sólo pensar que 
estábamos cerca.

Cuando nos gritábamos entre silencios que nos echábamos de menos. Caminar en diferentes direcciones buscando la razón de seguir con esta estupidez, que nos estaba matando. 
Sentir de nuevo que nos odiamos por hacernos sentir esas sensaciones, por echarnos de menos cada vez que pasa un puñetero día. Por estar echando tierra sobre nuestras vidas, mintiendo, escondiendo, siendo hiócritas...
Por sentirme una fracasada si no te tengo cerca, por creer que sin tí, el mundo es un simple pasatiempo de felicidad y comodidad. Por no arriesgarnos.


Comernos, como si fueramos el postre más dulce que jamás hubiéramos probado. 
Besarte, como si siempre fuera la primera vez. 
Cometer los mismos errores, para sentir que contigo jamás voy a aprender a amar sin locura. 
Sentir, que ni el propio picasso tras cinco porros, podría expresar lo que sentimos. 
Sentir, que mi jodida vida vuelve a depender de tí.
Sentir, que sólo puedo vivir después de oír tu voz a primera hora de la madrugada. 













¿Sabes que es lo más jodido? que jamás volveremos a tener eso. Que ahora nuestra comodidad es la que hace que sintamos la necesidad de buscar otras bocas que palien la ausencia de amor. 
Nos estamos convirtiendo en lo que fuimos. En lo que creímos que no podría volver a ocurrir. 

Hoy, veintiseis de julio de dos mil once, no sé que cojones es lo que quiero. Si seguir con nuestra mentira, volver a hacernos tanto daño como hemos hecho nosotros. 

miércoles, 6 de julio de 2011

- Muérete. + Contigo. - DM.4



- ¿Ce?
- ¡Vaya!...qué sorpresa encontrarte aquí. ¿No?

-  Pues sí.
Hace la de Dios que no te veo... ¿Qué tal te va? ¿todo bien?.
- Sí, todo bien.
- ¿Sólo bien?
-  Bueno, todo va bien, ya sabes.
- Me alegro mucho.
La verdad, se te ve igual de bien que siempre.



- Trato de estarlo.
A tí también se te ve bien, y estás más...¿fuerte?
- ¿Sí?, hace unos meses que he empezado al gimnasio. Malgasto bastantes horas entre pesas, pero me viene muy bien para la cabeza. Para desconectar y eso, además ya sabes que siempre quise hacerlo.
- Lo sé, pero antes parecía que te iba más la fiesta, ja, ja, ja.
¿El resto bien?
- Intento llevarlo lo mejor posible, me están ayudando mucho mis amigos... y bueno, ahora bastante mejor. Desde aquello, no he estado bien del todo.
- Espero que mejoren las cosas, entonces. Y me alegro de que estés algo mejor.
- Un poco hipócrita que digas eso, ¿no crees?
- Lo dejo a tu juicio, pero no me malinterpretes. En absoluto.
No tengo por qué querer que estés mal.
- ¿No tienes por qué quererlo?. Siempre has sido muy graciosa, no te malinterpreto.
Agradezco tu "apoyo", pero preferiría que fueras menos cínica, y que no dijeses nada.
- Perdona si te ha molestado, pero de verdad que no lo he dicho con ninguna mala intención.
- Es broma.
Pero te veo rara, no estás como siempre.
-  No lo sé, ha pasado tiempo y todo se vuelve más frío, ¿no?.
- No es eso. Es esa actitud tan altiva y soberbia. Me sorprende. Antes me caías mejor.
-  Antes las cosas eran diferentes.
- Lo sé, antes se te veía más feliz.
Estabas conmigo, quizá era eso ¿no?.
- Seguramente... ja, ja, ja. Bueno, será mejor seguir otro día con esta conversación porque tengo que irme. Me alegro de verte así de bien.
- Es broma tonta. Ya me dejaste claro que precisamente la felicidad no la tenías a mi lado.
- Bueno, tengo cosas que hacer, y voy bastante apurada la verdad. Ya nos veremos, ¿vale?, adiós.
- Espera
*Me agarra del brazo para retenerme*
Lo siento mucho, me he pasado.
- No importa, déjalo estar. Me voy de todas formas.
- ¿Está todo bien?
- Sí, no te preocupes.
- ¿Y en tí? ¿en tí está todo bien?
- No me pasa nada, de verdad. La situación es un poco incómoda y no me encuentro agusto. Pero está todo bien.
- Sé que hace tiempo que no hablamos, pero sabes que me tienes para lo que quieras a pesar de todo. Siempre me tendrás. Si me necesitas, espero que no dudes en llamarme.
- Lo sé, y tu también me tienes para lo que necesites.
- Te he querido mucho, ¿sabes?.
He estado realmente jodido, he pasado unos meses de mierda. Pensé que no volvería a levantar cabeza. Casi sin salir de casa.
He esperado tanto una llamada tuya, que me dieras una señal. He esperado que sabiendo lo jodido que estaba, simplemente me preguntases qué tal. He esperado tanto tiempo pensando que alguna vez te había importado lo más mínimo...y nada. Me lo he tenido que comer todo solo, ni siquiera te has molestado en preguntarle a mis amigos lo más mínimo, ni siquiera has sido lo suficientemente falsa de intentar quedar bien con ellos.
Pero lo que más me jode no es eso, todo eso es pasado. Lo que más me jode, es que no seas capaz de mirarme a la cara, de mantener una conversación con alguien a quien has querido tanto.
Sigues siendo la misma de siempre.
- ...
- Me duele que después de todo no pueda hablar contigo, que me hayas dejado y no te hayas vuelto a preocupar por mí. Que me hayas dejado tirado como a un puto perro, y después de tanto tiempo no seas capaz. No seas capaz ni de pedirme perdón.
Casi no dejes ni que me acerque, ¿tú te has visto?. No creo que te haya hecho nada tan malo. No creo que te cueste tanto tener educación.
Siempre me has tratado como un perro y sigues haciéndolo.
- No creo que quisieras saber nada de mí después de todo.
- Lo que más pena me da, es que te veo triste, decaída. Veo que te estas apagando y me da mucha rabia. Estás dejando atrás todo lo que te hacía brillar, todo lo bonito que tenía tu mirada.
Y me da tanta rabia...
Me sigues importando. Algo así no te deja de importar nunca.
- No pretendía tener esta conversación. No creo que sea el momento, ni el lugar.
- Eres igual de borde y dura que siempre. No tienes sensibilidad, estás muerta por dentro.
El tiempo te acabará haciendo cambiar, te pondrá en tu lugar, y te darás cuenta de cuanto necesitas a los que están a tu alrededor. Te arrepentirás de haber tratado así a tu gente.
- Puede ser
- No entiendo nada, ¿por qué eres así?.
Después de tanto tiempo, he estado dándole muchas vueltas al tema, y... ¿Sabes cuántas veces he soñado con este momento?
Al principio pensé que me echaría a llorar, que me rompería frente a tí como me he roto siempre.
Que volvería a ser la mierda que machaques. Pero conforme iba pasando el tiempo, me iba haciendo fuerte, y conseguí hacerme lo suficientemente fuerte como para llegar a armarme de valor. Pensé que te diría todo lo que has hecho, todo el daño que me has hecho y lo callado que he estado. He repasado mil veces el discurso que tenía preparado, un perfecto recital que he ido ensayando todos estos meses.
¿Sabes?, ahora me doy cuenta de que al final me he vuelto loco, y he terminado por entender que hayas pensado que te he hecho daño, o que hayas sufrido, o que haya sido un capullo.
He terminado por entender toda la mierda que algún día me echaste. Es gracioso, que me hayas pisoteado y piense que es mi culpa. ¿No?
Me has hecho tanto daño, que he perdido el sentido del dolor.
Pero a pesar de todo, jamás he entendido que lo creyeras. Que creyeras que realmente soy un ser despreciable, que desconfiaras tanto de mí. Creo que al final me ha hecho más daño pensar que tú sintieras que era lo peor del mundo, y no solo eso, si no darme cuenta tan tarde. Lo suficientemente tarde como para no poder demostrarte que no lo soy, que sigo siendo el mismo de siempre.
Te he querido tanto, que nunca podrás llegar a hacerte una idea, y bajo ningún concepto te haría daño. He cometido errores, y para nada huyo de ellos. Pero creo que errores los tiene cualquiera, y me he arrepentido mucho de ellos.
Me he castigado mucho por todo esto créeme.
- ...
- ¿No tienes nada que decir?
- No sé que decir
- Estoy tan cansado de tus "no sé"...
- Me voy.
- Tú no te vas a ningún lado. Creo que como mínimo me merezco una explicación, ¿o ni siquiera eso me merezco?.
¿Tan poco significo para tí?, soy tanta mierda que no eres capaz a dar lo más mínimo por mí.
Te juro, que he llegado a pensar que alguna vez te había importado, que alguna vez hubieras dado algo por mí. Pero poco a poco me voy dando cuenta de lo engañado que he estado siempre, de lo equivocado que he estado.
¿Te das cuenta?, quizá estabas equivocada tú, y la cagaste desde un principio.
Pero eso no lo quieres pensar, ¿verdad?, tu nunca te equivocas, tu eres perfecta. La única mierda, y el único hijo de puta soy yo. ¡Manda huevos!
Puede que sea el último consejo que te de, pero ¡ABRE LOS OJOS!. Abre los ojos de una jodida vez.
No eres perfecta, ni siquiera te acercas, cometes muchos más errores que los demás y te quedas en la barrera esperando a que se solucionen solos. Pero la vida no va así, para nada.
Crees que lo tienes todo bajo control, que todos debemos de estar a tus pies, que tienes la máxima razón. No te das cuenta de que te engañas más a tí misma de lo que los demás te podemos engañar a tí.
Empieza a pararte a pensar en el daño que haces, en las consecuencias de tus actos, y en que quizá lo mejor no sea quedarse callado, porque a veces es necesario un suspiro. Sé que no hice las cosas bien, pero no hay ni punto de comparación con todo lo que hiciste tú, con la frialdad que tuviste para echar por tierra nuestra relación, todo eso que habíamos construído juntos.
¿De verdad crees que no merecía la pena intentar arreglarlo? ¿Crees  que todo aquello era tan insignificante, y te importaba tan poco, que no merecía la pena ni el mínimo esfuerzo?
- Me están esperando, y llego tarde.
- Eres lo peor.
No me puedo creer que no seas capaz de dar la cara ni una sola vez. No me puedo creer que no puedas ni responderme.
Huye, huye como siempre. Es lo que mejor se te da, escapar, salir corriendo, huir de los problemas. No eres capaz de enfrentarte a nada. ¿Qué mierdas haces con tu vida? ¿te crees que salir huyendo te va a solucionar los problemas?.
Tu problema es que eres una niñata, Ce.
- No me llames así, y déjame.
- No vas a huír como siempre de mí, no lo vas a hacer. No llevo tanto tiempo tragando para que te vayas. Jugaste conmigo como quisiste, aguanté tus discusiones, tus idas de olla, y todo ¿para qué? Aguanté todos tus estúpidos celos, que no me dejaras hacer lo que quisiera.
¡Fue tu puta culpa!, todo, absolutamente todo.
Me jode no haberme dado cuenta antes, porque te juro que hubiera sido lo peor.
¡Tendría que escaparme yo de ti!. Eres patética.
- Adiós
- Ce, no te enfades, Vuelve aquí y hablemos las cosas. Te juro que me tranquilizo.
Me pones nervioso, llevaba tanto tiempo esperando poder hablar contigo, que no me he podido controlar. Tienes que entenderme ¡joder!.
No sabes la impotencia que me da no obtener respuestas, soltarte todo lo que siempre quise decirte y que no me digas nada. No quiero que me digas nada, porque ya sé que no lo harás, pero te pido un perdón, no quiero más.
- ¿De verdad?, ¿no te das cuenta de que no quiero pedirte perdón?
Me parece perder el tiempo tratar de darte explicaciones, me parece hacerme daño volver a discutir contigo, ¿no lo entiendes?.
Haces lo de siempre, darle la vuelta a todo para poner el mundo de tu parte.
- Huyes, Ce.
- ¡Cállate joder!
Nunca te he dado una explicación porque no te la merecías, no porque fueras una mierda.
No te merecías lo más mínimo de mí, es más, jamás te lo has merecido. Te he dado el doble de lo que siempre te has merecido, y no he recibido ni la mitad.
No tienes  ni la menor idea de lo que pasé, ¿o sí? ¿tienes idea?, no tienes ni puta idea, porque nunca estuviste a mi lado, nunca me preguntaste, nunca te preocupaste. Lo único que quisiste siempre es tener a alguien a tu lado, tener a alguien a quien siempre poder recurrir, tener a alguien que estuviera pasase lo que pasase, aunque te callese la mayor piedra encima, tener a alguien que siempre te salvase.
Pero me cansé, me cansé de sacarte de la mierda, de ir a buscarte, de luchar por tí. Me cansé de tener que sacarte de todos los problemas, ¿que era lo que tenía que hacer porque era tu novia?, ¡no te lo crees ni tú!. Yo no tengo que sacarte de todos los líos en los que te metes, yo no tengo que sacar las uñas todo el tiempo, yo no tengo que dejar que lo pagues todo conmigo, que te saque de todo y después me castigues a mí. Me merecia más de un gracias, y sólo recibía palos. ¿Confianza?, la confianza me la trae floja. Tendrías que haberte puesto una sola vez en mi lugar.
Siempre estaba detrás, esperando a que te llevases todos los palos que buscabas para después salvarte. No te importaba ni lo más mínimo, preferías salir, drogarte, meterte en líos, tontear con cualquier zorrita, ¿y yo qué?. El tiempo que te sobraba.
Cuando estabas más jodido era cuando venías. Cuando nadie te quería ni ver.
¿Te das cuenta de la mierda que sentía que era?, me sentía como tu puto salvavidas.
- Eras mi salvavidas, porque eras lo que me hacía salir a flote.
- ¿y eso te parece ser feliz?, yo también necesitaba que me salvases, yo también necesitaba que me dedicases tiempo. Sólo necesitaba que me hicieses creer que tenía importancia para tí, que además de los malos momentos, también podía estar en los buenos. Pero no, en los buenos no te interesaba que estuviese.
Esperé tanto a que te dieras cuenta... esperé tanto a que me dejases que te lo explicase...
¿Sabes el tiempo que te esperé?, esperaba llamadas que prometías, te esperaba en los sitios donde nunca aparecías, porque siempre era mejor plan estar bebiendo o metiéndote mierda con tus amigos.
Sabías de sobra que odiaba todo eso. Aguantaba tus excusas de mierda, ¿crees que no sabía lo que hacías?, ¿de verdad te crees que me tragaba todas tus excusas?, me callaba. Me callaba para que no me liaras las mismas de siempre, para que no me gritaras y me llamaras neurótica.
Me jodía tanto que te doliese más que no me creyese tus excusas, antes que dolerte que me estuvieses perdiendo...
Tanto me callé por tí, que pensabas que estaba debajo tuyo.
No te dí una explicación porque me dolía. Nunca te lo dije, pero no te imaginas cuántas veces te he visto con otras. Lo peor es que no solo me engañabas a mí, también las engañabas a ellas, todas pensaban que eran "la otra", pero todas eran "la otra de la otra".
¿Creías que nunca me daría cuenta?, ¿te creías el puto amo ocultando todos tus líos?, y ni siquiera eras capaz de hacer eso bien.
Al principio esperé a que te dieras cuenta de lo que tenías. Acepté que te rieras de mí, y cuando nos viésemos yo hiciera como que no había pasado nada. Te seguí apoyando una y otra vez.
Aguanté todo lo que me echaste encima, porque realmente te quería.
No te puedes imaginar todo lo que duele quererte.
Pero lo que más me dolió no fueron todos esos líos que tuviste, fue el resto.
Acabaste humillándome ante todo el mundo durante tanto tiempo...
Te pedí perdón por no hacer nada, esperé a que te cansaras, esperé a que dejaras de hacerme sufrir, te quedaste solo por hacerme daño. Te dejó todo el mundo de lado. Pero yo seguía ahí, y eso te valía.
Te daba igual el resto, te encantaba hacerlo, y merecía la pena, ¡estabas completamente solo! pero eso daba igual, sólo querías hacerme daño.
En el fondo tienes razón, y te tengo que pedir perdón, porque hiciste algo por mí. Me hiciste fuerte.
Después de revolcarme junto a los cerdos con la mierda, todo me da igual.
A estas alturas, ¿no tuviste suficiente? ¿no fue suficiente?, ¿qué quieres? ¿qué coño es lo que quieres?.
¿Te jodí la vida, y jodí nuestra relación porque me cansé?, ¿en serio? ¿tanto daño te hizo que pudiese llegar a ser feliz con otra persona?.
Lo que más daño de hace, es saber que contigo nunca fuí feliz, que la primera vez que me viste bien no fué contigo. No te das cuenta de lo sola que me sentí. No te das cuenta de lo arropada que me sentía cuando estaba con él.
No fue la mejor decisión, no lo niego. Debería haber hecho las cosas de otra manera, pero no pude.
Ahora mismo me odias y te odio, ¿por qué quieres seguir con esto?.
- Es imposible dejarlo, porque en el fondo somos iguales. Somos los dos igual de hijos de puta.
- Te odio
- Y yo, pero eres la persona a la que más he querido en toda mi vida, eres la que siempre me ha estado apoyando aunque fuera lo peor. Parecía que no me ibas a dejar nunca solo, porque sabía que te importaba, que me querías. Me daba cuenta de cuanto te sacrificabas por mí.
- Tu estás enfermo.
-  Lloras porque lo sabes, porque sigues sintiendo lo mismo.
- Me das asco
- Eres lo mejor que me ha pasado nunca, Ce.
- Me voy.
- Te engañas.
- Después de todo lo que has dicho y hecho, ¿pretendes que me acerque a ti? ¿pretendes que tenga compasión? ¡te odio joder!
- Querernos para matarnos, ¿te acuerdas?, nos gustaba esa frase. Al final la hicimos real, la locura de amar.
- Sigues pensando que soy gilipollas.
-  ¿Qué tontería es esa?.
- Muérete.
- Contigo.

martes, 5 de julio de 2011

Lo siguiente que recuerdo son el resto de dulces mentiras. Me encantan sus mentiras. - DM.3






















Él me lo dijo y nunca lo negó. 



La primera vez, me escaneó a la perfección. Observando cada uno de mis pequeños desastres.

Creo que quería ser la fiera preparada. 










Después de estudiar el terreno y su objetivo, después de obtener el título de depredador a la espera de práctica...Me miró. Lo siguiente que recuerdo son el resto de dulces mentiras. Me encantan sus mentiras. 

Empezó por mirarme, buscando que me acercara lentamente, sin prisa. Trató de ponerme la parte dulce de aquel amargo postre, trató de sacar lo dócil y ocultar el resto. Trató, simplemente, de enseñarme la mentira maquillada con verdades, la mentira que quería ver.

Cuando me acerqué para probar, mojé los labios, y abrí lentamente la boca. Entonces, me acercó el caramelo aun más a la boca, me dijo que no pasaba nada, que me acercara más, que era terreno libre de trampas, que era todo simple, solo había aquello, a lo que alcanzaba mi vista.
Me contaba algún pequeño detalle sin importancia, para que yo se la diera.
Me atraía hacia él, a su gusto.

Cuando desperté de toda aquella mentira del caramelo, estaba en esa habitación que apestaba a humedad... Había humo y su respiración. A ciegas, me adentré para verle contra la ventana, apoyado sobre el cristal, dándome la espalda. Lo único a lo que acertaba era a apoyar el cigarro sobre sus labios.
Se volvió, mirándome y con la última calada. Tiró el cigarro, exhalo el humo, y se quedó callado.
En aquel momento nada se movía, ni siquiera el segundero, el humo era lo único que se movía poco a poco, cada vez más lentamente, bajo la luz del sol, bajo aquellos pequeños rayos.

Buscábamos una respuesta en el otro, serios. No nos movíamos, callados, sólo con nuestra respiración y en aquella habitación tan fría. De pie.
Le miraba agresivamente, la respiración lenta, mi expresión completamente desafiante. Sentía que todo se movía menos nosotros. Sin quitar mis ojos de los suyos, sin moverme un centímetro... Simplemente respirando, simplemente sobreviviendo.
Empezaba a ponerme nerviosa su actitud, sentado, mirándome, como yo. Buscándome y desafiándome, pretendía quedarse una vida allí.
Creo que en ese momento empecé a sentir el desprecio de su mirada, la indiferencia que pretendía transmitir.

Estaba esperando mi explicación, esperaba que yo diera el paso... Pero estaba callada.
En aquel momento pensé en irme, que nada serviría, que era una pérdida de tiempo, y me enfadaba más por momentos.
No quería irme y perder mi orgullo, pero iba a gritarle de un momento a otro. Los dos esperábamos y ninguno hacía nada, era un punto muerto.Un espacio en blanco.

Me dí la vuelta, cerré los ojos y empecé a caminar, a correr tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Empecé a llorar con los ojos entreabiertos, desapareció el sonido de mi alrededor, sólo mis pasos y mi respiración.

Mi orgullo por los suelos, mi miedo en las esquinas, la rabia confundida, dolor en mi pecho, agujetas, me pesaban los párpados, me dolía respirar, y sólo pensaba que era fuerte.

Era fuerte y eso nadie me lo podía quitar. Era fuerte y nadie me podía derrumbar.

domingo, 19 de junio de 2011

Aunque te equivoques, aunque no estés cuando te necesita, ella te va a querer a tí - DM. 2




Ese día volvimos a nuestro escondite, ese lugar en el que siempre fuimos él y yo, con un nosotros completamente diferente.

Había un viento incesante, que no nos dejaba, que no paraba de golpearnos. Nos tumbamos sobre la misma roca de siempre, fría, llena de aristas, clavándose mi espalda contra ella. Hacía mucho más daño de lo recordaba, quizá el amor antes paliaba todo.
El viento secaba mis ojos, que no paraban de empañarse, y cada vez dolía más aquello.
Mantenía mi boca entreabierta, parecía que me demostraba a mi misma que todavía seguía viva, que todavía podía lograrlo. Sentía mis dientes pesados sobre mi labio, mi respiración acelerada, y una contrariedad de sentimientos.
Creo que jamás me había encontrado peor.
Nos quedamos callados, sin decir nada, escuchando el mar. Nuestras manos se congelaban, y sentíamos como se paralizaba todo.
Pasamos una eternidad dejando el tiempo pasar, las olas caer, los sentimientos ralentizar, la vida pausar.







- Deja de preocuparte, eso pasa siempre.
- Pasa siempre, ¿y qué? ¿por eso no tengo que hacer nada? ¿por eso tengo que tragarme todo esto?
- ¿Puedes hacer algo?
- No.

Aquello me dolía como un cristal atravesándome el pecho, como una cuerda dejándome sin respiración, como una hemorragia inundándome por dentro, como el frío deteniendo mi vida.Trataba de tragar saliva, de parecer lo más entera posible, de poder sobrellevar que ya nada era lo mismo.

- Bueno, no lo creo.
- A quién no le gustaría poder hacer algo...Pero es lo que tiene esto, ¿verdad?
- Antes todo era más fácil.
- Antes cuando no te enamorabas
- No estoy enamorado
- ¡Qué va!
- Sólo estoy ilusionado, creo que es especial, y me gusta. Me hace sentir algo diferente.


Creo que en ese momento algo dejó de funcionar, algo se murió un poco más dentro de mí.
Es duro saber tan claramente que todo lo que hay en tí no mueve nada dentro de otra persona, y que el problema no es que hagas algo mal, el problema eres tú.


- Tranquilo, yo creo que esa es la gracia, no poder hacer nada.
No saber el daño que te puede llegar a hacer, confiar siempre, ofrecer que te pueda destrozar, exponerte completamente a ella y mientras, esperar que piense en tí tanto como tú en ella, que simplemente valore que estés ahí.
No sé... es una de las cosas que hace que esto tenga gracia, es una de las cosas que hace que estemos orgullosos de sentirlo.
- Daría lo que fuera por saber lo que piensa, lo que siente, poder estar en el lugar que ella quiera, sorprenderla cada vez que lo espere, poder llegar a hacerle sentir la mínima parte de lo que ella hace que yo sienta. Encontrar el momento adecuado, y justo entonces, poder regalarle lo que ella quisiese, acertar siempre. Devolverle todo lo que me da, todo lo bueno que da y ni siquiera sabe.
-  Justo
- ¿Justo?
- Esa es la ventaja de todo esto, que simplemente con ser quien eres ya le estarás dando lo que ella quiere, aunque te equivoques, aunque no estés cuando te necesita, aunque sólo lo intentes, ella te va a querer a tí, y no le hará falta más.

lunes, 13 de junio de 2011

AG

Yo, todavía creo que el amor es una cuestión de decisiones, pero a veces, a pesar de decidir lo mejor que puedes y creer que tomas las mejores decisiones, el destino, termina por ganar. Nunca sabes cual va a ser el día mas importante de tu vida, nunca son como los imaginas, son días normales, que empiezan igual que otro cualquiera, y se convierten en los mas importantes. Nos gusta pensar que no tenemos miedo, que deseamos explorar y conocer, pero siempre estamos aterrorizados, puede que eso sea parte de la atracción que nos mueve. A veces, hasta la mejor de las personas, toma decisiones de las que sabe que se arrepentirá la mañana siguiente, bueno, tal vez no del todo , porque por lo menos sabe que se ha lanzado, aun así, algo en nuestro interior decide hacer esa locura, que sabemos que jugará en nuestra contra, pero la hacemos de todos modos, lo mires por donde lo mires, es un asco, de una forma u otra nos tendremos que enfrentar a nosotros mismos, problemas, que acaban encontrandonos. Bienvenida al juego, ya estas lista para jugar, hay personas a las que nos encanta jugar, tal vez demasiado, aunque la vida no es un juego con público, ganar, perder o empatar no es lo más importante, lo queramos o no, siempre continúa, peléate con el arbitro, haz trampas, tómate un respiro, cambia las reglas y lucha por ganar, pero juega, te dejo hacerlo conmigo, pero te acabaré mordiendo, estas avisado, juega rápido o te acabaré comiendo.

lunes, 6 de junio de 2011

No podía parar de pensar como volver a ganar, pero besaba siempre con amor. - DM.1






Hacía de su vida un paracaídas, regalaba su felicidad porque supongo que le sobraba, jugaba a juegos de niños con el corazón. Bromeaba con el amor, fantaseaba con los sentimientos, y se permitía apostar contra todo pronóstico. De lo que no se daba cuenta era de todo el daño que hacía eso.

Vacilaba a la vida, amaba la noche y a veces el día, se distraía mirando las nubes mientras fumaba, pensando en la siguiente jugarreta, en la siguiente estrategia a llevar a cabo. Bailando sobre los tejados de sus sueños, enloqueciendo con sus absurdas ilusiones, ansiando todos sus propósitos, sin parar de hacer planes. No podía parar de pensar como volver a ganar, pero besaba siempre con amor.

Mentía al tiempo para que corriese a su favor, hacía trampas y de esa forma conseguía una sobredosis de vida, pero le añadía la complicidad a las despedidas.
La adrenalina pasaba en cantidades industriales por sus venas, se colocaba el pelo con una ráfaga de viento que hacía pasar, y se mordía el labio cuando tenía sed de victoria.
Su abreviatura causaba tensión, pensarle hacía que te entrasen ganas de vomitar de nervios, pero cada vez que paseábamos, se sentaba cerrando los ojos para oír el mar, callado, apoyándose sobre mí.

Él, era tal y como siempre lo imaginé, como algo que había pedido, como una lista de deseos cumplida, pero de todos esos sueños, siempre se me olvidó pedir algo, que me quisiera.

Era el mayor cabrón del mundo y se había propuesto conseguir un trozo de mí para su disfrute personal. Lo que jamás esperó, fue toparse con alguien que le costaría trabajarse, alguien a quien sonrisa acompañada de ternura, no le afectaría. Se encontró con su propia medicina, con alguien que podría llegar a jugar igual de bien, con un rival suficientemente digno. Ni siquiera su forma más cachonda de decir buenos días, me resultaba más que un aperitivo. Nunca se había topado conmigo, aquella que comenzaba por la parte más dulce del postre.

Formábamos una explosión de furia y pasión frenética, pura tensión sexual, conexiones eléctricas en un día de tormenta, el placer disimulado bajo una capa de crema suave. Éramos pura dinamita por explotar, la peor unión que pudo toparse, perfectos bastardos.
Pero me acabó engañando, porque cada vez que se trata de él siempre hay un "pero".

Acabó ganando, derrotándome como había planeado. Creo que terminó por disfrutar del juego, por sentirse más fuerte, porque esta victoria no había sido en camino recto, y simplemente por eso, por ganar algo difícil, decidió hacer eso, ganar y punto.
En algún momento olvidó que todo se trataba de un juego, y pudo llegar a ver más a allá, o eso me hizo creer. Lo que seguro que hizo, fue tirar todo por la borda. Hacer de ésto su propia partida.

Me ganó cuando pensé que había dejado de jugar. Pero él nunca deja de jugar.








PDT:
A pesar de todo, él era mi bastardo, y el momento en el que asumí haber perdido, fue mi ruina, porque todo se desmoronó.

martes, 3 de mayo de 2011

Que me subas contigo a la luna, que contigo todo es diferente - SSNA7












Dulce tres de mayo










Aquel día me sorprendí sin sorprenderme.

En el fondo, muy en el fondo, pienso que sólo soy una payasa con aires de sentimental. De esas con pinta de ser una sensible incomprendida que busca apoyo pensando que existe el amor verdadero.
De esas, que creen en los besos de verdad, las risas con felicidad o cualquiera de las cosas que los seres humanos consideran reales y no son más que otro puñado de mentiras con las que adornan la vida.

Convivo con mis quebraderos y poco amor, pero tampoco me quejo, prefiero vivir con la realidad, de forma que seré estúpida, pero real. La vida vuelve y ya no me sorprende, todo hace daño y eso me gusta.
He llegado a aceptar que soy una zorra, y que incluso a veces te quiero, pero también acepto que un te quiero no puede llegar a cubrir todo el dolor causado.
Aún así, juro que te quiero.

- Estoy harta
- ¿Harta de qué?
- Harta de ella. ¿Cuándo piensas acabar con esto?
- Pronto
- Llevas un mes diciendo pronto.
- Dime qué quieres que te diga y te lo diré. Si así estás tranquila.
- No quiero que me digas nada, está todo muy claro.
La única verdad que veo, es que sigo siendo "la otra"y eso no cambia. Escucho unos "pronto" detrás de otros, pero yo sigo siendo la otra.
- O sea que te jode lo que digan los demás, el resto no importa.
- No, estoy harta de que te vayas para que no nos pillen, de esconderme, de tener que pedir permiso, de callarme, de ser la mala de la película y la cómplice de tu mentira. ¡Estoy harta de tí!.
¿No te das cuenta de lo mal que lo estás haciendo?
- ¿Te crees que soy tonto?, no lo estoy haciendo bien, pero sólo necesito tiempo, y estoy cansado de pedírtelo.
- Siempre necesitas tiempo, tiempo para tí, ¿y el resto? ¿y yo?
- Tú eres una egoísta, eso es lo que eres.
Sabes perfectamente todo lo que siento, estoy cansado de arrastrarme una y otra vez, y no creo que pida tanto. Necesito tiempo para saber qué es lo correcto, pero ni siquiera te has preocupado por preguntarme nunca. Todo podría ser más fácil, pero el problema es que te da igual. Lo que buscas es salirte con la tuya, lo de siempre.
- Sólo digo que soy la última mierda, no me das igual.
- No lo eres, lo que eres es una niñata que lo único que quiere es que destroce y hunda a la mujer que ha sido más importante para mí hasta ahora, pero yo no soy así, yo no voy por ahí como tú haciendo lo que me sale de los huevos, y machacando a todo el mundo que se pasa por mi camino. Al menos, no me gustaría que hiciesen eso conmigo, y dejas mucho que desear queriendo ser la ganadora saliéndote con la tuya, y dejándola hundida, y eso no me gusta nada.
Joder...A veces pienso que no te conozco de nada. Si no piensas en ella, por lo menos piensa en mí, y no pienses solo en tí.
- ¿Te das cuenta de lo hipócrita que eres llamándome egoísta?, ¿qué te crees? ¿El novio perfecto engañando como engañas a tu novia?, lo que haces es sucio y despreciable. Eres un jodido gilipollas cuando vienes conmigo, engañándola. Me da bastante asco que tú también pienses que yo soy la mala y ella la víctima, porque el único rastrero de toda esta historia eres tú. Tú tienes la culpa de todo, y no paras de cagarla.
No hace falta que la destroces, lo único que hace falta es que seas sincero contigo mismo y con ella, y que dejes de hacerle daño, ¿piensas que le haces algún favor alargando esa historia? ¿se va a sentir mejor por pensar que esto no viene desde hace tiempo?. Si fuera ella me gustaría saber la verdad por tí, y no por nadie más que es lo que acabará pasando. Estás haciendo mucho más daño dejando el tiempo correr, y no sólo a ella, si no a mi también, pero eso no lo quieres ver porque no te interesa.
¿A tí que te interesa? ¿salirte con la tuya?, quedar como un corderillo desprotegido que no es culpable de nada, pero esa no es la realidad, no intentes echarme a mi la culpa de tus errores.
- ¿Sabes por qué estoy jodiendo tanto mi vida por tí?
- Yo no tengo la culpa de nada
- Porque nunca me había sentido así con nadie.
Me gusta que me sonrías justo cuando lo necesito, poder contar contigo, tu forma de ver la vida. Me encanta la paciencia que tienes, lo compasiva que eres, incluso me encanta lo desastre que puedes llegar a ser. Me gusta pensar que puedes llegar a darme algo bueno de tí, y que puedo llegar a darte lo mejor de mí.
¿Sabes?, creo que el momento exacto en el que me enamoré de ti fue cuando ví tu espalda a la luz del sol, tan frágil. Descubrí que me encantan tus mañanas, la forma en la que me miras,tan pura...
Me gusta hasta cómo te enfadas, y lo siento, pero ella no se lo merece, no se merece ni la mitad de todo el daño que le he hecho, y lo único en lo que puedo pensar es en cómo hacer esto de la mejor manera posible.
- Vete con ella
- No estás siendo justa
- Vete, no quiero aguantarte más
- Me voy si me subes a la luna
- ¿qué dices?
- Que me subas contigo a la luna, que contigo todo es diferente, quiero estar contigo porque todo es diferente, no son besos románticos, ni noches de amor, ni tampoco dices te quiero, no pintas corazones, no sonríes hasta el tercer beso, es especial.
- ¿Crees que por que me digas todo esto se me va a pasar?, he dicho que te vayas.
- No vuelvas llorando
- Que te jodan
- Te quiero
- Premio a la mejor mentira
- Me quieres
- Ese es el problema

domingo, 1 de mayo de 2011

SSNA.6DF



Me duele saber que pienso en tí.
Me duele  haberte conocido. 




Cada mañana y sin excepción, la misma desesperación de todas las anteriores.

No miro nunca hacia la izquierda, pero sé perfectamente que estás, igual que siempre. Cada día cierro los ojos y respiro, tratando de olvidarme de la idea de que estás, y entonces, inevitablemente, la veo a ella, que entre risas gira a mi izquierda. Creyéndose vencedora y con la potestad de hacer daño a su libre albedrío.

Como cada mañana, trago mi orgullo y miro al suelo. Como cada mañana me muero un poco más.





Creo que la frase que más he escuchado últimamente es "las personas cometen errores, y de los errores se aprende"... ¿En serio? ¿eso tiene que calmarme?.
Depende, de los errores se aprende, A VECES.
No va a calmarme que todo el mundo acepte la situación como un error, y que simplemente sea su víctima. ¿De qué me vale ser víctima? ¿de qué me vale tener razón?.
Ser la comidilla del barrio, y la pobrecita no me vale, no me vale tener hombros en los que apoyarme, no me vale tener que escuchar discursos uno tras otro de apoyo, como si fueran discos rallados. Creo que ni siquiera escucho, creo que cada vez que se compadecen de mí, me hacen más daño, porque a pesar de todo, yo sigo pensando que el error no es ella, si no yo.
"Lo peor que haces es dejar que te vea así" , todo esto es tan controlable, que entiendo que soy una profunda subnormal al dejar que me afecten las cosas y pensar que tengo derecho a estar jodida sin tener que fingir.

Me hacen sentirme como esa vez en la que no se aprende de los errores hasta que los errores te comen, te mastican, te digieren, te echan todo su jugo intestinal, pancreático y biliar, con todas sus enzimas, proteínas, glucosa, monosacáridos, aminoácidos, y grasas, desintegrándote y convirtiéndote en esos productos pastosos que a todo el mundo dan asco.... esos que a su paso por el intestino acaban formándose en MIERDA.

Agradezco todos esos apoyos en base a que mi vida es una mierda. Estoy en un espléndido momento, en el que lo que más me apetece es salir de casa a que me vean mi cara de " No me mires, no te acerques, no me toques, no me hables, ¡muerdo! ".
Me apetece tanto salir y verle con ella entre besos y vuestras frutitas. Dibujo tachones en las esquinas de mis libretas, mientras pienso que la guerra todavía no ha acabado, pienso que voy a luchar hasta el final, que nadie me derrumbará, que soy fuerte, que soy una insensible, que no tengo corazón, que me aferraré a mi posición con uñas y dientes, pienso que nadie me arrebatará mi puesto, que yo soy la que ocupa su lugar, que mientras que yo siga aquí, ella será un simple complemento del nombre que ni siquiera tiene la capacidad de término adyacente.

Pienso que soy invencible, pero no me doy cuenta de que lo que cometo son errores y más errores, errores que me pasan factura y me hacen más fuerte innecesariamente, errores que me convierten en esa mierda. Ahora, soy un error completo, he luchado todo lo que tenía que luchar por nada, más bien, me he concienciado de que tenía que luchar, pero no he luchado, he mantenido mi orgullo alto hasta que la humillación picara a sus puertas, pero no ha picado. Hoy, he conseguido una batalla, pero no estoy contenta, quiero más lo quiero todo, tengo sed de victoria, tengo sed de volver a ser invencible, una barrera infranqueable, ganar todas las batallas que tengo por delante, quiero volver a ser la misma mujer de piedra que era. Preparate monada, porque como me pongas de más buen humor, se precipita el peor asesinato canino de la historia o lo que es peor, vas a conocer quién es carlotina, pero sin rencores, que soy muy buena persona.

domingo, 17 de abril de 2011

Me demostrabas que era sencillo contrarrestar lo malo de la vida con todo lo bueno que teníamos juntos - SSNA4







Te inventaré, Te inventaré cada mañana.


























Te echo en falta por las mañanas al despertarme, y por las noches al quedarme dormida.
Te echo en falta a tí por completo, y me siento tan estúpida...

Echo de menos aquellas miradas que desencadenaban risas, cuando me mordía el labio y te miraba de reojo. Cuando subía por tu cuello arrastrando lentamente mi nariz hasta tu oreja y te susurraba la falta que me hacías.

Echo de menos todos aquellos besos lentos, que no acababan nunca y me producían tantos escalofríos. Todas esas veces que ansié detener el tiempo y que se parara para siempre, haciéndonos lentos para no acabar nunca, que fuéramos eternos.
Al final, me daba igual que yo siempre quisiera agotar los minutos, y tu acabases comiéndome sin poder resistirte a aquella lentitud. Me encantaba la forma que tenías de afanarme, me hacías creer que no querías malgastar el tiempo conmigo.

También echo de menos que nadie me ponga el pelo detrás de la oreja cuando me tapa la cara, y me resigno dejándolo ahí. Parecía que realmente me cuidabas, que realmente tenías cuenta de mí, que me demostrabas tanto, con tan poco....
Me encantaba ver como venías sin hacer ruido, por detrás, como si estuvieras al acecho, y como me traías tímidamente de la cintura hacia tí, me acercabas con tanta dulcura que no podía evitar volver a morderme el labio. No podía evitar cerrar los ojos y sentirme protegida, sentir que siempre que quisiera tú estarías ahí.

¿Te acuerdas de esos juegos que nos traíamos?, me encantaba ese ansia que tenía por volver a verte tres minutos más, porque nunca el tiempo fuese suficiente, nunca estuviese completamente llena de tí. Llegar pronto a cualquier lado para estar más contigo, las largas despedidas que tanto nos costaba cortar. Nuestros "ahora volvemos" aunque ambos sabíamos que nunca eran ciertos, cuando te ponías celoso por cualquiera y discutíamos muchísimo, pero siempre nos reconciliábamos y parecía que no me importaban todos esos celos, si podríamos seguir reconciliándonos así toda la vida.
Todas aquellas veces en las que no conocías a nadie de alrededor, y yo te contaba cada uno de sus movimientos, cada una de sus historias, y tú solo te reías de mí por saberlo absolutamente todo, pero no querías que dejase de contarte, no querías dejar de escucharme.

Me encantaba esa forma tuya de ocultar el dolor y los problemas, todo lo oscuro de la vida, pero sin sustituirlo, simplemente escondiéndolo. Me demostrabas que había muchas más razones por las que ser feliz, que era sencillo contrarrestar lo malo de la vida con todo lo bueno que teníamos.

Me hubiera pasado la vida escuchando como me contabas tus cosas, tan emocionado, mientras yo me reía. Todos los estúpidos mensajes en los que te creías el novio más romántico e incomprendido, y en vez de morirme de amor, sólo me moría de risa...Me encantaba que tratases de hacer que me sintiera tan bien.

Todos esos paseos en los que hacía cosas extrañas y no me juzgabas, sólo te quedabas como un tonto mirándome y me decías que te encantaba verme haciéndolo. Me encantaba vernos tumbados sobre la cama mientras que el sol entraba por la ventana y sólo nos sonreíamos el uno al otro como si fuese una imagen fija, como si no necesitásemos.
Ahora, no puedo echar más de menos todos esos momentos felices que nunca vovlerán a serlo.

Odiaba tu extraña forma de besarme justo cuando más me hacía falta, como si pudieses saberlo, decirme justo lo que necesitaba y hacer que pudiese estar más estable que nunca.

Odio haber echado todo a perder.

sábado, 16 de abril de 2011

sin sangre ni aire.3


Lista 2010 2011 de cosas promesas a cumplir:
1. Me olvidaré de tí.
2. Nunca volveré a insultar a nadie de tu familia. A tí sí.
3. No volveré a soñar con formas de matar a perracas.
4. Trataré de comportarme.
5. Fuera prejuicios, ninguno de los dos tenéis ningún tipo de deficiencia mental y no volveré a pediros ayudas.
6. Trataré de no creer que eres anormal cada vez que te miro.
7. No hablaré mal de ti.
8. No hablaré mal de las perracas.
9. Nunca cumpliré estas promesas.
10. Nunca romperé la novena promesa.

Cada vez malgasto más tiempo pensando que te estoy pensando, pensando dónde estarás, qué harás, con quien estarás, si estas sonriendo, si piensas aún en mi. Busco todo tipo de excusas para no ver la realidad, y se perfectamente cual es la realidad. Trato de comprender que todo es un estúpido juego por el que me haces pasar, ahora tienes que sufrir, ahora tienes que jugar y llorar, ahora tienes que reirte y volvemos a empezar.

He comprendido que a veces el corazón trata de formar un escudo de ilusiones ante aquello que no queremos ver, quizás sepa con seguridad qué es cierto, pero mi corazón, o más claramente, mi subconsciente no quiere ver la realidad ni asumirla, trata de conocerla para no cometer errores, pero no permite que me afecte psicológicamente, dentro de unos años mi subconsciente lo aceptará, pero entonces ya me habré olvidado de la forma de sufrir por tí. Sueño todas las noches con ello, con diferentes estrategias y planes para herirte, para dañarte o formas en las que juegas conmigo. Estoy plenamente segura de que la culpa completamente es mia y solo mia, yo manipulé las normas, yo metí la pata y yo provoqué solita esta situación, pero que pretendes que quiera si no sé ni que pretender.

Mañana un nuevo día, otro día más de suma al dolor. Mañana habrá pasado más tiempo, me quedará menos tiempo que hoy, todo se agota.
Temo que se agote un mes de mi vida pensando esas estrategias imaginarias que no me llevaran a ninguna parte. Temo por tí y por cualquier cosa que te pueda pasar, ni siquiera sé qué temo al decir esto.

Me replanteo la situación y pienso que quizá es hora de pedir perdón aunque ya de nada servirá si antes no sirvió. Las decisiones se toman en caliente pero es que esta sopa ya esta congelada.

En este momento estoy en el medio de la balanza, no puedo ir hacia ninguno de los dos lados porque la descompenso. En ocasiones, la vida te sorprende. Mis ocasiones se han agotado, vuelva a intentarlo mañana.

Creo que la puta frase de "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" me está ahogando, está mareandome, matandome lentamente y haciendome sufrir. Esa maldita frase, es la frase con mayor razón, yo solita me he metido aqui porque pensé que no tenía nada, y lo tenía todo. ¿Por qué me preocupo? porque me gusta reformar a personas subnormales cómo tú, transformarlas en paquetitos de mini buenas personas y que el mundo sea mejor, pero ahora soy una cabrona y crearía mini cabrones, asi que, mejor que el mundo se quede sin mi ayuda.

PD: Todavía te odio, no te hagas ilusiones.

viernes, 15 de abril de 2011

contigo por casualidad, casualidad premeditada. -LPDDC.6






Lo llaman "la parte buena de las cosas", yo lo llamo: "la mierda con la que nos autoengañamos".



Recuerdo haber salido corriendo de casa, salí por la intranquilidad  de mi rutina, la casualidad nueva de volver a verle. No me costaba esforzarme por mantener casualidades con él, no me costaba si eso bastaba para alimentar mi esperanza. Era una tontería, pero me hacía sentir un maravilloso cosquilleo diario, merecía la pena verle cada día si eso servía para lo más mínimo.

Era un día caluroso, con un sol asfixiante. Llevaba la sonrisa más enternecedora del mundo, y mis ojos brillaban bajo la luz del sol. Caminaba perdida entre las calles sin pensar en nada más, viendo como se retorcía el sol pasando entre cualquier rincón de todas aquellas callejuelas por las que pasaba, respiraba tranquila y calmada, iba con el único propósito de estar con él.
Pretendía toparme contigo por casualidad, casualidad premeditada.

Había llegado tan puntual que la espera se me hizo eterna. Me senté a ver los coches pasar, gente corriendo, risas, niños jugando, viendo lo bonito que me resultaba incluso esperarte.
Al final de la calle vi a dos personas diferentes, eran unas manchas que se convertían en deseos, eran unas preciadas manchas que podían adoptar la forma de quien yo quisiera, pero se acercaban en la misma proporción en la que mi deseo desaparecía.
Al levantar la vista para buscarte de nuevo, no venías, y la verdad que me desilusioné. No sé todabía la razón por la que esa tontería me afectó tanto, pero me dió la sensación de que no paraba de hacerme ilusiones y eso, no paraba de pasarme factura. En ese momento cambió todo.
Es increíble, como algo tan vanal pudo hacerme sentir así. Me entristecí inevitablemente.
En ese momento me llegó tu mensaje. "lo siento muchísimo, lo siento de verdad, pero al final tampoco puedo".

Una vez más la esperanza no me había merecido la pena,  algo me estaba nublando.
Volviendo a la realidad, llovía demasiado y me estaba mojando, hacía un frío horrible y  odiaba cómo caía mi pelo mojado por mi cara. No me salió ni echarme a llorar, mis gafas estaban empañadas y me convertí en la misma miope de siempre al volver a quitármelas.

Crucé la esquina y me miré, igual de fría que siempre, arrastrando los pies y siendo igual.
Volví a fruncir el ceño como de costumbre y a resignarme.
Paré en uno de esos pasos de peatones en los que hay un charco que no ves, uno de esos charcos que pisas. Cerré los ojos y maldije algo.

Al seguir caminando aún maldiciendo y mirando todo lo mojada de más que estaba, choqué contra alguien. ¡Estupendo!.

- Joder...perdona
- No te preocupes, es peor lo del charco.

Genial, espero que no haya un vídeo en Youtube de mi ridículo también

- Bueno, por mojarme un poco más no pasa nada

Fué la primera vez que levanté la mirada. Te conocía.

- ¿Te conozco?.
- No lo sé, no me suenas.
- Estoy segura de que nos conocemos.
- Puede ser, soy bastante despistado, probablemente sea así.
- Yo también soy muy despistada, así que será una casualidad.
- Tú te pareces a alguien que conozco.
-  Cuando pasa esto, se dice que las personas están predestinadas a conocerse.
- ...
- No me malinterpretes, no estoy ligando contigo ja, ja, ja.
- ¡No, no!, para nada. En ese caso, encantado de conocerte.
- Igualmente


Y después nada volvió a ser igual

jueves, 7 de abril de 2011

Intenté escapar del miedo, pero el miedo me tenía bien sujeta.- SSNA.2





























Huele a tensión sexual, más bien, apesta el ambiente a ello.

Amanezco sobre el suelo, con una de esas sensaciones de cosas que deseas olvidar.
No era capaz a abrir mis ojos más de medio cuarto y pasó una moto por la calle de abajo, metiéndose como una demoledora, como un puto trueno dentro de mi cabeza. Entraba el sol por aquella ventana entreabierta, con las cortinas cubriendo tímidamente una de las hojas. Me senté, apoyándome sobre la cama contra esa ventana.

A pesar de todo, había una maravillosa calma en aquella habitación, no sonaba prácticamente nada. Lo primero en lo que pensé fue en mi móvil, desde lejos iluminándose, por lo menos estaba más vivo que yo. Cerré los ojos, y empecé a martirizarme. Siempre me parece una buena idea, hasta que el día siguiente no puedo parar de arrepentirme.

Ahí justo, en mi subconsciente no parabas de castigarme. Trataba de escaparme de esas imágenes, esa angustia, frustración, agobio, agonía, intranquilidad, malestar, ansiedad, desesperación... Traté de escapar de aquel tormento que únicamente me producías tú, como imagen.
Resultaba patético saber que estaba encerrada en mi mente escapando de otro castigo tuyo que ni siquiera había llegado. No me estabas haciendo daño, pero extrañamente estaba aterrada. Tu imagen no se iba, estaba constantemente en el mismo sitio, parecía que lo que se movía era el suelo.

Era una exposición para enfrentarme a tus errores, mentiras y miedos, es decir, tú. Era sólo una imagen de lo que se me venía encima.

Te ví, ahora sí, en esa misma habitación deseando que siguiese siendo una pesadilla que terminase pronto. Pero era tan real como aquel dolor de cabeza.
Estabas allí tirado, dormido, no podía evitar que me diera asco todo aquello. Estabas retorcido, sin camiseta, tenías la boca entreabierta y parecía que te sentías calmado.
Volví a encerrarme en mi arrepentimiento, y me preparé mentalmente para irme corriendo. Pero no me lo ibas a poner tan fácil, ni siquiera podría escaparme tan fácil de mir errores, fue cuando sentí que te habías movido.
Me sonreíste con los ojos entrecerrados, viendo mi cara seria. No podía dejar de clavar mi mirada sobre tí, tratando de evitar que vieras el miedo de mis ojos, tratando de evitar tener que afrontar esta situación, tratando de parecerte altiva y que no te molestases ni en hablarme, pero me conocías demasiado bien.

Te acercaste por primera vez, y me quedé totalmente quieta, como esas presas que se quedan muertas para evitar que las cacen. Te acercaste aún más y me apartaste el pelo detrás de la oreja. Te acercaste lentamente y susurraste, "dime esa verdad que tanto espero".

Intente no pensarlo, intenté morirme, intenté matarte, intente mentirte, intenté escapar del miedo, pero el miedo me tenía bien sujeta.
El miedo me había encontrado y me tenía encerrada, el miedo no pensaba dejarme ir sin soltarlo, el miedo era un hijo de la gran puta.