sábado, 12 de febrero de 2011

La parte dulce del carameloMDD





























Me planto frente al espejo y me veo reflejada en un quiero y no puedo.
Recuerdo cómo trato permanentemente de escoger, picar, elegir, probar... Tratar de salir de todo esto, tratar de dejar de ser un alma perdida que busca algún cuerpo para profanar. Un alma perdida, que no para de buscar, buscar un poco de todo, encontrar aquello que no paro de buscar, cosas diferentes, y al final no sé ni qué es lo que quiero.
Buscando se me presentan oportunidades, y en el momento decisivo se va todo a tomar vientos.
Quiero y no puedo, quiero esto, pero hay algo dentro que me lo impide. Yo lo llamo Sr.Esis. 

Esis aparece en cualquier momento pero desde hace unos dos meses aparece por las esquinas y en los peores momentos, quiero esto y él me dice que es malo para mi dieta , me lo impide y me quedo sin probarlo, no estoy hablando de comida.
Quiero aquello que mi subconsciente quiere, me podría definir cómo pura tensión. Soy ese tipo de botellas que se mantienen en la parte de atrás de la nevera porque prefieres tomar las que menos te gustan antes, para luego disfrutar del placer de esa bebida fresca que te espera en la nevera. Soy puro ingenio, tengo algo dentro que calificaría, sin parecer egocéntrica, por supuesto, único.

Mi cabeza da vueltas continuamente proyectando ideas sobre mi subconsciente, esto y lo otro, son mis mejores amigos, pero, el miedo les aterroriza. El Sr.Esis es ese tipo de matón de colegio que impide que esto y lo otro (la locura y mis deseos) puedan vagar libres por el mundo, impide sus deseos.
Quiero esos labios carnosos y esos ojos claros, pero el Sr me inplanta en la cabeza nubes y niebla que impiden que la locura y los deseos puedan encontrar el camino. Soy ese tipo de flor que no se decide a crecer y se queda pequeña y hermosa a pesar de ello. Cuando el Sr está bajo estados perjudicados, puede dejar a mis propósitos campo libre, pero implica algo de lo que no estoy segura querer.
Quería a uno de esos cuerpos para mi alma y se me escapó como el humo de mi cigarrillo. Era un cuerpo, por lo que otra alma me contó, adecuado para mis propósitos personales. Espero volver a reencontrarme con él, pero nunca sabes si dejandolo libre pueda volver, si el destino quiere que me encuentre con él.

¿por qué el destino situó a ese cuerpo al alcance de mi mano? ¿Por qué el destino me lo puso tan fácil? ¿por qué el destino me ayudó a todo menos a vencer al miedo? ¿Por qué la locura y los deseos me dejaron tan sola? ¿Por qué me dejan a veces? ¿Y si lo vuelvo a encontrar? ¿Y si lo veo de nuevo? ¿ Y si pasa algo? ¿ y si no pasa? ¿Y si llego tarde? ¿y si ya no soy de su agrado? ¿ Qué coño pasa si no le vuelvo a ver? ¿Qué cojones es lo que pasa?.

Sr.Esis, usted sabe lo que es el amor a primera vista, yo no lo sé, pero no me quite el beneficio de poder saberlo. No dejo de pensar en ello, supongo que un día fechado podré volver a encontrarmelo, calculo que en aproximadamente seis días si el destino me ayuda. Gracias Sr.Esissi no le tuviera sería mucho más feliz, `¿pero qué queda en el mundo si no es la infelicidad?. Adiós y muy buenas Sr.Esis pronto le veré de nuevo y espero que no con el...llamemosle...oa, yo me entiendo. Volveré a verle Sr.Esis necesitaba una meta y quizás la he encontrado o... quizás no. ¿Quién quiere aclararmelo?. Hasta muy pronto Sr.Oa, le veré en apenas una hora, en mis sueños por su puesto, pero quizás pronto forme parte de la realidad...

lunes, 7 de febrero de 2011

La parte dulce del caramelo























Día 5

La mañana aparecía oscura, mi sudadera desgastada y mi pantalón corto con un pelo suelto dejaban ver ese estilo mañanero que me caracteriza.
Mis pies caminaban descalzos y aturdidos, tenía los ojos muy oscuros, probablemente por la noche el rimel hizo de las suyas sin exageraciones. Me senté en aquella silla marrón de mimbre que tenía en la terraza, alcancé la manta que estaba en el suelo y me la puse encima, con mis pies contra los fríos barrotes de la terraza, descansaba. Encendí un cigarro y le regalé alguna calada. Los edificios parecían vacíos aquel domingo por la mañana , no había ni una sola muestra de vida humana en las ventanas, las persianas bajadas y no aparentaban estar apunto de subirse. Los ladrillos que conformaban cada uno de aquellos edificios me parecían razones para empezar a reír o llorar, me quedé mirando los espacios llenos de cemento entre aquellos ladrillos, los años pasaron por ellos muy rápidamente y algun bichito les haría compañía pero estaban solos completamente y supongo que felices por no haber cedido aquellas columnas. El frío y el viendo aireaban lentamente mi pelo, acariciando mi cuello y mi tez. Cerré los ojos por un momento y me tranquilicé, pensando en todo aquello que quería pensar, sintiendo el humo pasar, con el viendo acariciándome, el silencio de la mañana, el frío sobre mi piel, mi mano derecha congelada y abrí lentamente los ojos y sonreí. Me pareció poco tiempo pero estuve sonriendo un buen rato. Tiré el cigarro y pensé en comunicarme con el mundo real pero no tenía movil y tampoco internet, esto es vida señores. Me decanté por ir hacia la cocina, puse café en mi taza y volví a la terraza a filosofar mentalmente un poco más, las nubes se movían lentamente y carecían de forma alguna. Al terminar mi preciado café frío me levanté y ví cómo estaba un chico por la calle, continué mirándolo porque me resultaba gracioso. Iba de un lado a otro, parecía nervioso, se apoyó contra una pared y se agachó, puso una expresión desesperada y parecía que empezaba a llorar. Como una tonta empecé a llorar también porque a pesar de ser un desconocido y de no saber su historia ya que podría merecerse aquello que le ocurría, sentí pena y lástima de él. Llevaba unos 10 minutos parado y llorando y empecé a preocuparme, quizás necesitada ayuda, quizás esperaba a alguien, quizás se le murió alguien querido, le dejó su novia o cualquier tipo de cosa, en ese momento mi corazón bombeó con mayor intensidad, cría escuchar aquellos latidos en mi cabeza, clavándose sobre ella. No podía evitar dejar de ver aquella escena que me entristecía cada vez más y provocaba una especie de temblores en mí de preocupación, supongo. Me apeteció bajar por si sirviera de algo, una ayuda nunca viene mal, pero se fue corriendo hacía un parque próximo a mi casa, supongo que necesitaba pensar pero en ese momento algo en mí no me permitió dejarlo ir.