lunes, 7 de febrero de 2011

La parte dulce del caramelo























Día 5

La mañana aparecía oscura, mi sudadera desgastada y mi pantalón corto con un pelo suelto dejaban ver ese estilo mañanero que me caracteriza.
Mis pies caminaban descalzos y aturdidos, tenía los ojos muy oscuros, probablemente por la noche el rimel hizo de las suyas sin exageraciones. Me senté en aquella silla marrón de mimbre que tenía en la terraza, alcancé la manta que estaba en el suelo y me la puse encima, con mis pies contra los fríos barrotes de la terraza, descansaba. Encendí un cigarro y le regalé alguna calada. Los edificios parecían vacíos aquel domingo por la mañana , no había ni una sola muestra de vida humana en las ventanas, las persianas bajadas y no aparentaban estar apunto de subirse. Los ladrillos que conformaban cada uno de aquellos edificios me parecían razones para empezar a reír o llorar, me quedé mirando los espacios llenos de cemento entre aquellos ladrillos, los años pasaron por ellos muy rápidamente y algun bichito les haría compañía pero estaban solos completamente y supongo que felices por no haber cedido aquellas columnas. El frío y el viendo aireaban lentamente mi pelo, acariciando mi cuello y mi tez. Cerré los ojos por un momento y me tranquilicé, pensando en todo aquello que quería pensar, sintiendo el humo pasar, con el viendo acariciándome, el silencio de la mañana, el frío sobre mi piel, mi mano derecha congelada y abrí lentamente los ojos y sonreí. Me pareció poco tiempo pero estuve sonriendo un buen rato. Tiré el cigarro y pensé en comunicarme con el mundo real pero no tenía movil y tampoco internet, esto es vida señores. Me decanté por ir hacia la cocina, puse café en mi taza y volví a la terraza a filosofar mentalmente un poco más, las nubes se movían lentamente y carecían de forma alguna. Al terminar mi preciado café frío me levanté y ví cómo estaba un chico por la calle, continué mirándolo porque me resultaba gracioso. Iba de un lado a otro, parecía nervioso, se apoyó contra una pared y se agachó, puso una expresión desesperada y parecía que empezaba a llorar. Como una tonta empecé a llorar también porque a pesar de ser un desconocido y de no saber su historia ya que podría merecerse aquello que le ocurría, sentí pena y lástima de él. Llevaba unos 10 minutos parado y llorando y empecé a preocuparme, quizás necesitada ayuda, quizás esperaba a alguien, quizás se le murió alguien querido, le dejó su novia o cualquier tipo de cosa, en ese momento mi corazón bombeó con mayor intensidad, cría escuchar aquellos latidos en mi cabeza, clavándose sobre ella. No podía evitar dejar de ver aquella escena que me entristecía cada vez más y provocaba una especie de temblores en mí de preocupación, supongo. Me apeteció bajar por si sirviera de algo, una ayuda nunca viene mal, pero se fue corriendo hacía un parque próximo a mi casa, supongo que necesitaba pensar pero en ese momento algo en mí no me permitió dejarlo ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario